J. E. Villarino*.- Menos mal que la operación se malogró. Paradójicamente, debemos alegrarnos porque algo que muchos consideraban la gallina de los huevos de oro de la década se fuese a hacer gárgaras. Como antecedente tenemos el caso de la Warner, que a otra escala más pequeña, tampoco ha resultado lo que se esperaba.
Justamente estos días, Adif, por encargo de la Comunidad de Madrid (el dueño de la vía y las instalaciones) está levantando las vías, las estaciones y las instalaciones que quedan, previamente vandalizadas y robadas por las bandas que asolan impunemente nuestras vías férreas y adláteres.
Desde hace meses, por las vías que unen Pinto, la Warner y San Martín de la Vega ya no circulaba ningún tren. Malamente iban diariamente 190 personas en cada uno y la cosa, aun con el parque abierto, no daba mucho más de sí.
La demanda de visitantes y de los sanmartinenses que decían los estudios, trucados, no se alcanzó ni en los sueños más dulces de quienes las escribieron negro sobre blanco. Todo resultó un fracaso y hoy estamos recogiendo los platos rotos, las vías rotas, las estaciones rotas. Más de 175 millones de euros tirados a la basura, a la nada.
Estas cosas pasan porque los políticos tienden a la megalomanía, aunque sean de tercera o de cuarta. Porque aunque hagan y perpetren los disparates y los despropósitos mas espectaculares, saben que no van a tener que pagar por ello. Y, precisamente por ello, juegan y disponen de esa manera de los dineros de los demás, que previamente nos han incautado, confiscado, a través de los impuestos.
Nosotros nos alegramos de que ‘la cosa’ no haya salido, no tanto por esa especie de rasgaduras de vestidos hipócrita de que han hecho gala muchos, izquierdas incluidas, del vicio, la corrupción y demás lacras sociales que habrían de acompañar a los ladrillos, como por el desastre económico, el enorme destrozo medioambiental y el servilismo que suponía aceptar las condiciones contractuales, conforme pasaban los meses, se iban haciendo más agobiantes y exigentes. No obstante, hay que decir en justicia que el señor Adelson habrá valorado la inseguridad jurídica que se da en nuestro país, en donde más del 80% de lo legislado por un gobierno, se deslegisla a los cuatro años siguientes.
No perdamos de vista que si levantar unas humildes infraestructuras, rodada y ferroviaria, de 13,5 kilómetros costó, sólo en costes directos, a los que hay que añadir los inducidos y los de levantamiento más de 200 millones, multipliquen por más de cien lo que hubiese supuesto el fracaso del proyecto de Eurovegas.
Con todos los respetos al señor Adelson, que tendrá sesudos asesores económicos, no hacía falta realizar largos y académicos estudios para intuir que el pilar sobre el que descansaba todo el proyecto era el que era y no daba mucho de sí. Había mucho arroz para tan poco pollo. Warner ya ha demostrado la demanda que existe para este tipo de instalaciones, aunque se quieran revestir del atractivo del juego, las convenciones, etc. ¿Pero, ¿de qué juego hablamos si no hay un duro en España y algunos pocos más, pocos también, en Europa?
Este año que está a punto de concluir quizá no sea tan malo para los madrileños como nos lo pintan. Inaudito, pero no por lo que fue como por lo que no fue. Además el trabalenguas este año puede haber sido menos malo para Madrid y los madrileños por los dos proyectos emblemáticos que no salieron: los Juegos Olímpicos y Eurovegas. Ambos deficitarios en sentido común, pero mucho más el segundo, que a parte de exigencias incumplibles, que nos endiñaba cargar con el mochuelo en caso de darse al traste los dineros del señor Adelson, era un sueño demasiado grande para ser verdad.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).