Nos estamos comiendo el planeta

Madrid,

J. E. Villarino*.- Semanas atrás nos hemos referido a dos temas, como son los incendios forestales y el problema demográfico, la falta de nacimientos en algunas zonas y países del mundo desarrollado y la sobre-presión demográfica en otras zonas planetarias empobrecidas, que guardan relación muy directa con el tema que nos ocupa esta semana.

El resumen de lo que vamos a tratar en este artículo puede ser, en base al constante deterioro del índice de vitalidad del planeta, el siguiente: que el deterioro que producimos en las especies vegetales y animales que nos acompañan en esta existencia nuestra se hace a velocidad exponencial, cuando los recursos no se reponen a tal velocidad.

Es decir, que nos estamos “comiendo” y contaminando el planeta más allá de lo que es sostenible y de la capacidad de renovarse los recursos disponibles, algunos, bastantes, ya agotados para siempre.

Un año más, la asociación conservacionista WWF ha publicado el informe anual Planeta Vivo, correspondiente al año 2016. Se trata de un diagnóstico sobre nuestro planeta y el estado de un buen número de especies, tanto terrestres como acuáticas, marinas y terrestres.

El índice de vitalidad de las especies del planeta está en regresión

WWF publica anualmente un indicador denominado el Índice Planeta Vivo Global (IPV) que “mide la biodiversidad a través de la recopilación de datos de población de varias especies de vertebrados y el cálculo del promedio en que cambia su abundancia con el
paso del tiempo”.

El IPV global se basa en información científica procedente del seguimiento de 14.152
poblaciones de 3.706 especies de vertebrados (mamíferos, aves, peces, anfibios, reptiles) de todo el mundo.

El IPV global revela que, entre 1970 y 2012, la abundancia de las poblaciones de los vertebrados sufrió una disminución total de 58% (gráfico anterior). En promedio, el tamaño poblacional de las especies de vertebrados descendió más de la mitad en algo más de 40 años. Los datos reflejan un declive anual de 2%, en promedio, y aún no hay señales de que esta tasa esté disminuyendo.

De dónde provienen las amenazas

Pérdida y degradación del hábitat

Las causas más comunes son la agricultura insostenible, la tala de árboles, el transporte, el desarrollo residencial o comercial, la producción energética y la minería. Las amenazas principales de los ecosistemas de agua dulce son la fragmentación de ríos y arroyos y la
extracción de agua.

Sobreexplotación de especies

La sobreexplotación directa comprende la caza insostenible, la caza furtiva y la recolección, bien sea para la subsistencia o el comercio. La sobreexplotación indirecta se produce cuando se mata sin intención a especies que no son objeto de explotación, como
sucede con la captura accidental de las pesquerías.

Contaminación

La contaminación afecta directamente a las especies cuando convierte el entorno en un medio inadecuado para su supervivencia (esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando hay un derrame de petróleo). También puede amenazar a las especies de manera indirecta, cuando afecta a su reproducción o la disponibilidad de alimentos y, como consecuencia, las cifras de la población decrecen con el paso del tiempo.

Especies invasoras y enfermedades

Las especies invasoras pueden competir con las nativas por espacio, alimentos y otros recursos. Pueden convertirse en predadoras para las especies nativas o diseminar enfermedades que antes no existían en el entorno. Los seres humanos también transportan nuevas enfermedades de un sitio a otro del planeta.

Cambio climático

Según vaya cambiando la temperatura, algunas especies deberán adaptarse y modificar sus rangos para encontrar los climas apropiados. Los efectos del cambio climático sobre las especies suelen ser indirectos. Los cambios en las temperaturas pueden crear confusión respecto a las señales que inauguran los fenómenos estacionales, como la migración y la reproducción, y desencadenarlos cuando no corresponde (por ejemplo, en un hábitat determinado podrían desfasarse la reproducción y el periodo de mayor disponibilidad de alimentos)..

La contaminación que no cesa

La población del mundo pasó de tener alrededor de 1.600 millones de personas, en 1900, a los 7.300 millones actuales. Durante este periodo, los adelantos tecnológicos y el uso de la energía fósil permitieron satisfacer la demanda creciente de recursos del planeta.

Pero es a partir de la mitad del siglo pasado (1950) cuando se dispara la población mundial y los consumos asociados a la población, así como los impactos sobre el medio ambiente, medido en el gráfico inferior, en las emisiones de dióxido de carbono.

Son una evidencia que muestran los gráficos, las dos tendencias históricas, tanto en lo que se refiere a la población, como en lo que atañe a las emisiones de dióxido de carbono.

Una primera fase de 1750 a 1900 que se caracteriza por crecimientos relativamente moderados, a pesar de lo que supusieron el descubrimiento del ferrocarril y la revolución industrial y más recientemente las dos guerras del siglo pasado y, otra segunda fase, la que va de 1900 a la actualidad en que población y contaminación van unidas de la mano, en crecimientos casi-exponenciales.

Consumimos los recursos como si éstos fuesen infinitos y sus impactos inexistentes

De la cuádruple tipología de recursos de los gráficos precedentes, los dos primeros reproducen el cambio de signo que a partir de 1950 se produce también en la población y la contaminación, pasando de crecimientos moderados a exponenciales. Se trata del consumo de fertilizantes y de agua dulce.

No obstante, en lo que se refiere al consumo de fertilizantes, se observa un mitigamiento y reducción del consumo a partir de mediados de los años 70 en los países de la OCDE, en contraposición al consumo mundial, al de los países emergentes y al resto de los países del mundo, que prosiguieron con consumos exponenciales hasta la actualidad.

En cuanto al consumo de agua dulce, de la que la serie de datos solamente se remonta al año 1900, se observan en todos los casos crecimientos exponenciales a partir de 1950 y solamente en los países de la OCDE se produce un aplanamiento y una moderación en el consumo, al igual qu en el caso de los fertilizantes, a partir de la mitad de los años 70.

Los otros dos gráficos se refieren a la deforestación de bosques y las capturas de especies marinas. Ambos consumos rompen la tendencia de los examinados hasta ahora.

En cuanto a la pérdida de masas de bosques tropicales, el camino más que exponencial que se seguía hasta 1960, a partir de este año se produce un atemperamiento en la destrucción de bosques a nivel mundial, con un repunte en la tendencia a partir de la mitad de los años 90 del siglo pasado.

En lo que se refiere a la pesca marina, con datos disponibles solamente a partir de 1950, se observa el crecimiento exponencial similar a otros consumos citados, que se va reduciendo, con altos y bajos, paulatinamente a partir de la última década del siglo pasado.

Como se ve, aplicable a todos los recursos analizados, se trata de consumos poco, o nada responsables, que tienen sus impactos negativos directos en otros muchos ámbitos de nuestra existencia, así como en poder subvenir a las necesidades alimentarias del planeta, que aunque ahora no están cubiertas no es tanto por carencia neta de alimentos como por razones de inequidad política y distributiva.

NOTA: BRICS es el acrónimo de una asociación económica-comercial de las cinco economías nacionales emergentes más importantes del mundo: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica

Finalmente, nos referimos al transporte, una de las principales actividades que más ha transformado la vida, los hábitos de todos los habitantes y mayores impactos ha producido, no solamente medioambientales, en el planeta.

Con datos todavía más recientes, referidos a partir de la segunda mitad de los años 60 del siglo XX, el número de vehículos se ha multiplicado por seis de entonces acá en una progresión igualmente exponencial durante todo el período. Es sin duda esta actividad una de las principales causantes de los niveles de contaminación atmosférica y no atmosférica, como consecuencia de la extracción, procesamiento y posterior emisión de los hidrocarburos que llevan a cabo los motores de los vehículos, naves y aeronaves, como consecuencia de los desplazamientos de las personas y las mercancías.

Si bien es cierto que se han realizado progresos en la eficiencia anticontaminación en los motores conforme se renueva el parque, dicha eficiencia no es lo suficientemente acusada como para contrarrestar el crecimiento exponencial del propio parque de vehículos.

¿Un rayo de esperanza?

Finalizamos con algunas de las buenas intenciones con que finaliza el Informe WWF 2016:

“Los hechos y las cifras de este informe presentan un panorama difícil, pero hay margen para el optimismo. Si llevamos a cabo con urgencia las transiciones necesarias, la recompensa será enorme.

Por fortuna, no partimos de cero. Varios países han conseguido elevar los niveles de vida de sus habitantes empleando muchos menos recursos que los países industrializados.

En última instancia, para acabar con la desigualdad social y la degradación del medio ambiente es necesario un cambio de paradigma global que permita una forma de vida que no exceda los límites planetarios. Debemos crear un nuevo sistema económico que
amplíe y mantenga el capital natural sobre el que esté cimentado”.

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( * ) WWF (del inglés World Wildlife Fund; en español: ‘Fondo Mundial para la Naturaleza’) es la mayor organización conservacionista independiente en el mundo. Su misión es detener la degradación del ambiente natural del planeta y construir un futuro en el que los seres humanos vivan en armonía con la naturaleza: Conservando la diversidad biológica del mundo. Garantizando el uso sostenible de los recursos naturales renovables. Promoviendo la reducción de la contaminación y del consumo desmedido.

* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF). Autor del blog ‘Paseo de coches’ en Zonaretiro.com

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