Arde Lusitania

Madrid,

J. E. Villarino*.- Arde Lusitania. Y arde Hispania, que para eso la Lusitania es una parte de la Hispania. Arde la Hispania toda. Ardemos todos con este insano, artificial y provocado calor que lleva camino, en no muchos decenios, en convertirse en uno de los jinetes del Apocalipsis planetario.

El macro-incendio todavía vivo en Portugal es un incendio de los que se clasifican como de Alta Intensidad, con cuatro grandes y extensos frentes asola la región lusa de Leiría, incendio que ya se ha cobrado 62 víctimas y numerosísimos heridos.

Hablan los expertos

He considerado conveniente, para aproximarnos al conocimiento y características de un incendio forestal como el que nos ocupa, acudir a la opinión autorizada de los expertos, recogida en un trabajo publicado por la organización Greenpeace (*), cuya referencia mostramos en la nota final.

“Los incendios forestales que se producen en condiciones meteorológicas muy adversas de sequedad, viento y temperatura, son muy difíciles de controlar y extinguir. Para este tipo de incendio se ha acuñado el término Incendios de Alta Intensidad (IAI).

Estos IAI se definen como incendios con un poder destructivo extremo debido a su gran extensión y duración, a la intensidad del fuego y a sus características no lineales. Una vez que se generan, suelen quedar fuera de la actual capacidad de extinción. Tras estas perturbaciones, las especies vegetales que habitan los ecosistemas sufren severos daños.

Bajo los cambios climáticos que se anticipan, las situaciones de altas temperaturas y alto número de días sin lluvia se harán más frecuentes, extendiéndose conforme discurra el siglo a toda la Península, al tiempo que se harán más duraderas (Moreno, 2005).

Las previsiones también indican que el proceso de disminución de la superficie dedicada a cultivos va a continuar, lo mismo que el abandono de tierras marginales y menos fértiles. Esto, con toda probabilidad, conllevará la continuidad en el aumento de la superficie forestal, lo cual, sin una gestión adecuada, supone un incremento de la peligrosidad de nuestros montes debido a la acumulación de biomasa combustible (Moreno 2007).

Por este motivo, los expertos advierten de que los grandes incendios y, de entre ellos, los Incendios de Alta Intensidad van a seguir superando los sistemas de extinción de incendios.

Nuestro modelo de gestión forestal conduce a un aumento de la extensión forestal, con una elevada densidad de árboles de poco diámetro en masas estancadas y con una gran cantidad de biomasa, forzando el sistema hacia los IAI (Castellnou et al. 2007)”.

Olas de calor e incendios: un preocupante futuro

“Un claro ejemplo de fenómeno meteorológico extremo son las olas de calor. En el caso de los incendios forestales, la duración de determinadas situaciones sinópticas propicias para las olas de calor o, lo que es lo mismo, periodos críticos de fuego, puede ser determinante para la generación de IAI.

La estadística otorga a estos fenómenos meteorológicos extremos un protagonismo aleatorio por lo que en principio no deberían ser atribuidos directamente al cambio climático.

Pese a la dificultad de atribuir este acontecimiento única y exclusivamente al cambio climático, su relación con el calentamiento del planeta parece incuestionable. Estos episodios extremos suelen generarse por una conjunción de diversas causas, pero no cabe duda de que, al elevar las temperaturas medias, el cambio climático favorece su aparición.

Los modelos climáticos indican que la probabilidad de que se produzcan olas de calor se ha duplicado en los últimos años y que puede ser todavía mayor en el futuro (AEMA 2005).”

En España, si la situación actual es preocupante, las perspectivas no lo son menos. Se prevé un incremento de las temperaturas medias a lo largo del siglo y se calcula que, si
no se actúa urgentemente para evitarlo, la temperatura media europea subirá entre 2°C y 6,3°C en los próximos 100 años (AEMA, 2005).

Los riegos de mayores y más grandes incendios por motivos relacionados con el cambio climático impactarán de manera desigual en el territorio español. Concretamente, en la zona norte y centro de la península el factor más influyente es la temperatura, mientras que en el Levante son las precipitaciones.

En ambos casos, el cambio en el clima conduce irrevocablemente a un favorecimiento de la aparición de incendios, puesto que precisamente es el aumento de las temperaturas y la mayor estacionalidad de las lluvias (con mayores y más intensos periodos de sequía) dos de los efectos principales (Vázquez y Moreno 1993)”.

Más allá de las fronteras, son necesarios equipos profesionalizados

El territorio es un espacio continuo y la naturaleza no distingue de fronteras, países, ni burocracias. Las mismas condiciones que se dieron en Leiría, rayos, sequedad y una fuerte carga de biomasa, se dan estos días en el resto de la península.

Por ello, los incendios forestales deben gestionarse, ex-ante y ex-post, de forma internacionalizada, con la concurrencia de medios de los países del entorno y con las estrategias acordadas, según las circunstancias y las localizaciones.

Cuando de España y Portugal peninsular se trata, lo anterior es algo más que una buena declaración de intenciones, ya que nuestro medio natural es muy afín, nuestra meteorología común y lo que pase a un lado u otro de la frontera nos ha de incumbir a ambos países. No sólo se trata de altruismo, sino de practicidad ante la desgracia, mediante las ayudas mutuas que nos podamos prestar.

España ha acertado hace años con la creación de una unidad militar especializada en tareas de protección civil, incendios y grandes catástrofes. La UME (Unidad Militar de Emergencias).

Un factor competitivo para ganarle la partida a los incendios forestales consiste en la intervención lo más inmediata posible, que cuanto más inmediata y rápida sea, menor será la superficie quemada y menores serán los riesgos esperados para las personas.

Solamente unas unidades de este tipo pueden contar con los medios permanentes adecuados y con una formación continuada a lo largo de su vida profesional.
De igual forma, pueden disponer de una estructura logística potente y flexible, al tiempo que una motivación personal y profesional de sus efectivos, que va más allá de su trabajo por un salario, valores extensibles también a la mayoría de los componentes de las brigadas anti incendios.

Algunos, vaticinan para nuestro país, que el incendio del centro portugués puede ser el toque de aviso que algo similar puede ocurrir en nuestro suelo. Tomemos todas las precauciones habidas y por haber para que esto no ocurra. Desgraciadamente la meteorología es la más adversa posible. No juguemos con fuego.

____________________________

(*) Nota.
GREENPEACE. Carlos Almagro y equipo de la Campaña de Bosques y Clima. El futuro en llamas. Cambio climático y evolución de los incendios forestales en España. Documento – agosto 13, 2009.

* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF). Autor del blog ‘Paseo de coches’ en Zonaretiro.com

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *