MMB*.- ¡Esto marcha! Empezamos la cuarta semana, ¡qué rápido pasa el tiempo cuando haces lo que te gusta…! pero hay veces que lo que hacemos no nos gusta, así que ¿por qué seguir aburridos? O tal vez, no tenemos tiempo para hacer lo que más nos llena. Por eso la semana pasada, probamos un nuevo tipo de entrenamiento.
Vaya por delante que una de mis aficiones favoritas desde que empecé a correr es perderme con las zapatillas por la montaña (siempre bien acompañado). Correr por la montaña es otro mundo: paisajes espectaculares, olores indescriptibles, aire puro… pero también se necesita un tiempo que no siempre tenemos, sobre todo viviendo en el centro de Madrid. Para paliar eso, la semana pasada, Iván me propuso algo que ni siquiera sabía que existía: un entrenamiento en hipoxia intermitente. Suena rimbombante, pero la experiencia es muy efectiva. Pongámonos en situación: entras en la zona chill out de Reebok Sports Club, te sientas en uno de los sofás y te conectas a una máquina que reproduce las características de saturación de oxígeno que puedes experimentar a 4.000 metros de altitud (aunque dependiendo de la meta se puede adaptar a entre 0 y 7.000 metros)… pero sin salir de la calle Serrano de Madrid.
La pregunta es evidente: ¿entrenando sentando en el sofá? Esa podría ser una de las fantasías más rocambolescas de mucha gente (entre los que me incluyo), pero no debemos olvidar que el entrenamiento se hace por algo, es decir: tiene su utilidad si se realiza con regularidad y si se busca un objetivo. ¿Y en qué consiste el entrenamiento en hipoxia intermitente? Pues se trata de una sesión (que se debe repetir al menos una docena de veces) de 60 minutos en la que se somete al organismo a una serie de ciclos intermitentes de hipoxia, en mi caso con una saturación máxima del 35% y una mínima del 12% (en Madrid tenemos aproximadamente una concentración de oxígeno del 19%). Con esta técnica, lo que se consigue es mejorar la difusión del oxígeno por el sistema circulatorio, creando más capilares venosos y, reduciendo, por tanto, los tiempos de fatiga. Además, se mejora el sistema pulmonar también, ya que se reducen las resistencias a los flujos de aire. Es decir, el tiempo mejor empleado mientras estamos sentados en el sofá, relajados y escuchando música.
El resto de la semana fue más “tradicional”: salidas a correr cada vez más fuertes (y motivantes, ya que se va viendo la evolución poco a poco y el cansancio aparece siempre cuando se han mejorado los retos de la semana anterior) y mi primera sesión de fuerza en el gimnasio después del test que hice hace un par de semanas. Como ya os conté en el último post es muy importante contar con un entrenador personal que te explique no sólo cómo hacer bien los ejercicios para evitar lesiones sino también qué ejercicios debes hacer para fortalecer las zonas más propensas a sufrir o para compensar zonas fuertes y débiles. Así que, para empezar, Iván me ha propuesto abdominales diarios (es una de las zonas menos trabajadas que tengo) y un entrenamiento en máquinas muy variado, que recorre prácticamente todos los músculos del cuerpo y con el que conseguiré, sin duda, cumplir mi reto, para el que faltan solamente tres meses ya.
Si tenéis alguna duda sobre el reto o sobre algún punto específico del entrenamiento, podéis dejar vuestro mensaje en la zona de comentarios.
*Miguel Matías-Barreiro es periodista y deportista aficionado. En Twitter, @runnernovato
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