J. E. Villarino*.- La gestión del servicio de préstamo de bicicletas de Madrid (Bicimad), hasta ahora en manos privadas, pasará a depender de la Empresa Municipal de Transportes (EMT). El Ayuntamiento pagará 10,5 millones de euros a la actual concesionaria, Bonopark.
Que, ¿qué opinamos de esto? Pues, que en ello no radica el quid de la cuestión, porque no sólo se trata de quién gestiona mejor el servicio de alquiler de bicicletas, si una empresa pública municipal o una privada que era quien venía haciéndolo hasta ahora en la ciudad de Madrid, desde que se inauguró el servicio por la anterior alcaldesa, sino de ver si procede un servicio de alquiler de bicicletas en Madrid.
Voy al grano, aunque al final hablaremos de si municipalización sí, o si municipalización, no.
Vaya por delante, para que no se me tilde de depredador, contaminador, antiecológico y otras lindezas, que soy partidario de la bicicleta. De la bicicleta, pero no en todas circunstancias y condiciones.
Soy partidario de la bicicleta para hacer ejercicio, del deporte de la bicicleta, de la bicicleta para disfrutar del campo y el paisaje, de la bicicleta para ir a hacer la compra, para ir a trabajar, pero siempre bajo determinadas condiciones, que señalamos más adelante.
Soy consciente de que la bicicleta es movida por la fuerza de nuestros músculos y ello, bajo control, es siempre sano y benefactor para nuestro organismo. Igualmente soy consciente de que la bicicleta no contamina, es económicamente asequible, no genera residuos y es fácilmente almacenable y transportable.
Pero, las bicicletas en las ciudades, son otra cosa. Otra cosa que hay que manejar con mucho cuidado y con mucha técnica y pericia planificadora.
Hay ciudades que admiten, pueden admitir, bicicletas y otras, que no. La bicicleta como modo de transporte trasciende la concepción de la bicicleta como mero medio locomotor. La convivencia de la bicicleta como modo de transporte en las ciudades debe estar sujeta a ciertos requisitos que paso a comentar:
Requisitos básicos que debe tener la bicicleta como modo de transporte urbano
1) La seguridad, un requisito irrenunciable
El primer requisito es la seguridad ya que por su propia naturaleza la bicicleta es muy vulnerable frente al resto de modos, incluidas las motocicletas. El uso de las bicicletas en las ciudades y sobre todo en las grandes ciudades debe producirse con unas mínimas garantías de seguridad, o de lo contrario no debería ser fomentado por los organismos de transporte y las asociaciones ecológicas.
En este aspecto, el automóvil es el mayor enemigo de las bicicletas y el causante de la mayor siniestralidad de los ciclistas.
2) Necesidad de infraestructuras especializadas
El segundo requisito se refiere precisamente a la necesidad de que para proteger a los ciclistas y su integridad física, existan infraestructuras especializadas para el transito de las bicicletas, lo que corrientemente denominamos como los “carriles-bici”.
Pero, no vale con que estas infraestructuras estén implantadas en las vías principales o en unas cuantas vías. Los carriles especializados para las bicicletas deben existir en el número de vías en que la densidad de tráfico motorizado lo aconseje, valores que conocen bien los expertos y planificadores del tránsito urbano.
3) Cultura de bicicleta arraigada en la sociedad
El tercer requisito es la existencia de una cultura de la bicicleta en la ciudad, requisito que no se improvisa ni es exigible de la noche a la mañana, que requiere de una práctica diaria de muchos años, de muchos decenios, por no decir siglos.
Todavía el ciclista es visto como un ser extraño en las ciudades y no digamos ya entre los conductores de vehículos a quienes se les dispara un síndrome de competitividad, cuando es el protagonista más débil y desprotegido de los modos de desplazamiento existentes.
Nuestras ciudades, incluida Madrid, carece de una cultura de la bicicleta no ya como modo masivo de transporte sino como modo esporádico para los desplazamientos urbanos. Aun hoy, todavía el común de los ciudadanos atribuyen esta categoría mental a los escasos ciclistas urbanos que pueblan las vías de las ciudades españolas cual si se tratase de seres estrafalarios y raros.
No puede hablarse de cultura de la bicicleta por la mera existencia de jornadas como la de la 37 Fiesta de la Bicicleta de Madrid, celebrada el domingo pasado, sobre un circuito cerrado y a tiempo tasado y como otras tantas que existen en casi todas las ciudades españolas.
Madrid carece de los requisitos básicos para considerar a la bicicleta como un modo de transporte urbano más, en convivencia con el resto.
Ninguno de lo tres requisitos citados se dan en la ciudad de Madrid como para introducir la bicicleta como un modo más de transporte. No se dan las condiciones de seguridad activas, como el carril-bus ya citado, ni las pasivas, como el uso del casco.
Las autoridades han implantado un servicio de alquiler de bicicletas, BiciMad, que aparte los problemas logísticos que plantea para el operador, no han evaluado con el debido rigor las consecuencias que se pueden derivar para los usuarios potenciales del mismo.
Tampoco son suficientes el número de vías exclusivas o carriles-bici existentes en la ciudad de Madrid, ni de otras infraestructuras compartidas con otros modos públicos, que lejos de proteger al ciclista, comportan un riesgo también evidente.
Y qué decir de lo que se refiere a la cultura de bicicleta en nuestra sociedad. Desgraciadamente, casi ninguna, por no decir ninguna. Excepto la suerte que tuvieron algunos niños privilegiados de nuestra infancia para corretear por el barrio y el campo detrás de las lagartijas o algún desplazamiento al baile del pueblo de al lado, muchas generaciones hemos desconocido la bicicleta como modo habitual de transporte.
Tampoco las generaciones jóvenes consideran a la bicicleta como una alternativa al vehículo rodado, en todo caso la alternativa es la motocicleta, que en nada es semejante a la bicicleta en lo que se refiere a los riesgos que comporta su uso.
Para que exista una cultura de bicicleta deben darse algunas otras condiciones, que todavía hoy no se dan en Madrid: experiencia en su uso a través de muchos años de práctica, hábito de utilización entre la población en general y un enorme respeto respecto de la seguridad propia (ciclistas) y ajena (automovilistas y resto de modos).
Municipalización si, municipalización, no
Dicho lo anterior, si quien gestiona un servicio de alquiler de bicicletas en Madrid deba ser el Ayuntamiento o un empresa privada, es una cuestión bastante trivial para quien esto escribe.
Como en tantas ocasiones en este país, nos ocupamos de lo accesorio y nos olvidamos de lo mollar. Lo mollar en este caso es la oportunidad de implantar un sistema masivo de alquiler de bicicletas sin las suficientes garantías para los usuarios y los ciudadanos. Eso es lo importante. Lo que es verdadera competencia de cualquier autoridad, municipal, regional o medio pensionista.
Si el que debe prestar el servicio, una vez dilucidada la idoneidad del servicio, es un operador privado, el ayuntamiento o una empresa pública, debe establecerse en base a criterios exclusivos de eficiencia y rentabilidad.
Desde el punto de vista de la eficiencia, no parece que la empresa concesionaria del servicio haya recolectado muchos éxitos. Más bien, todo lo contrario. En lo que concierne a la rentabilidad, tampoco. La explotación del servicio es deficitaria, por lo que le cuesta dinero a todos los contribuyentes madrileños, usen las bicicletas de BiciMad, o no.
Como en otras muchas cuestiones, el dilema se plantea respecto de dos alternativas: o el usuario paga la totalidad del coste del servicio -el que usa paga- o bien, el déficit se reparte entre todos los ciudadanos, usen el servicio o no.
Nuestra opinión es que así como el que contamina debe, al menos, pagar, el que usa un servicio, cuya prestación no es esencial para la colectividad ni para el usuario ya que dispone de otras alternativas de transporte en la ciudad, los déficits de la gestión deben ser sufragados por aquellos ciudadanos que optan por su utilización.
Mucho nos tememos que la opción de que la gestión de BiciMadrid pase de la empresa privada que la ha venido desempeñando a la Empresa Municipal de Transportes EMT, que acumula experiencia en gestionar autobuses urbanos pero desconoce gestionar bicicletas, es como salir de Málaga y entrar en Malagón. El tiempo lo dirá.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, experto en Transporte y columnista de Zonaretiro
Este jueves 21 de noviembre de 2024 de 09.30 a 09.45 horas una avería de…
Este miércoles 20 de noviembre de 2024 por la tarde una mujer de 73 años…
Este miércoles 20 de noviembre de 2024 un hombre de 67 años se ha caído…
Patrimonio Nacional informa en su cuenta de Twitter este miércoles 20 de noviembre de 2024…
Este miércoles 20 de noviembre de 2024 a partir de las 18.05 horas y hasta…
Este miércoles 20 de noviembre de 2024 de de 15.15 a 16.15 horas la Línea…
Ver comentarios
No puedo estar más en desacuerdo con este artículo y más de alguien experto en Transporte.
Hay dos problemas que se tienen que resolver en Madrid, la contaminación y la congestión. Ambos son un problema muy grave, que no por llevar años ahí han perdido gravedad. La crisis no ha sido más que una aspirina que ha relajado la sensación de que el problema estaba ahí.
Por otra parte, es un hecho palpable a pie de calle que cada vez más gente y de lo más heterogéneo utiliza la bicicleta en Madrid. No hay más que mirar 3 o 5 años atrás.
Una de las reclamaciones de los ciclistas, y las actuaciones de los órganos de gobierno, van encaminadas a educar a los conductores para permitir una convivencia en las calzadas. No hay más que echar un vistazo a los artículos y comentarios de http://enbicipormadrid.es
La otra, y que hace que sea el paso más lógico el integrar el servicio en la EMT, es la multimodalidad del transporte en Madrid. Es la guinda perfecta para hacer de enganche con todos esos puntos a los que no llega el bus o el metro. Es el taxi barato que te deja en la puerta de tu destino.
Los problemas organizativos que ha tenido la empresa no pueden ocultar el valor social del servicio.
Esto se une a otra de las realidades de las generaciones a partir de los 80-90, que ni se pueden permitir, ni valoran, el uso y propiedad de un coche.
Las necesidades de transporte cambian así como la sociedad que lo demanda. Y el respeto por el medio ambiente y modos de vida más saludables es un mensaje que esas nuevas generaciones llevan en su ADN.
La apuesta por la bicicleta en Madrid no puede tener vuelta atrás y debe seguir propiciando el efecto bola de nieve.
De nuevo un artículo escrito por alguien que nunca ha tratado de utilizar la bicicleta (ni en Madrid, ni en ninguna otra parte, parece) como medio de transporte.
Esos 3 aspectos básicos que propone Villarino son fáciles de rebatir:
1.- La seguridad
Si hablamos de seguridad, los coches y motos sufren una mayor cantidad de accidentes, y por no mencionar los atropellos sufridos por peatones (1525 atropellos, con 12 víctimas mortales en 2015 frente a 668 siniestros con bicicleta implicada en 2014, de 2015 no tengo datos, de los que más de 300 son caídas, es decir, sin vehículo implicado). ¿Entonces qué hacemos? ¿Prohibimos los coches? ¿O prohibimos caminar porque "es inseguro"?
Si además miramos el análisis que hace Policía Municipal de estos datos, casi todos los siniestros se producen con gente joven implicada en zonas de ocio y con consumo de alcohol por medio... Para mi la solución es muy clara: vigilancia y educación vial, pero nunca prohibir un medio de transporte.
Y yo, en mis 10 años de experiencia, todavía no he tenido ni un solo incidente (toco madera).
2.- Infraestructuras especializadas
No es motivo suficiente para que una ciudad sea buena o no para las bicis. Sin entrar en el debate acerca de carril bici si o no, o si las bicis deben circular por la calzada (yo siempre circulo por la calzada), y si nos atenemos a que, como dice el autor, estas infraestructuras son necesarias para proteger a los ciclistas, lamentablemente no existe el carril bici perfecto. Que yo sepa no hay carril bici que me lleve de la puerta de mi casa a la puerta de mi trabajo, al cine o a comprar el pan. Y es en el cambio de vías donde reside el peligro y donde el conductor muestra su "resquemor" y nos manda a los ciclistas "a nuestro carril", cuando en ocasiones no hay más alternativa que circular por la calzada, pero eso al conductor le da igual. En este sentido, ciudades como Barcelona o Sevilla, laureadas como "ciudades preparadas para la bici" sufren accidentes en igual medida que Madrid y el número de desplazamientos (otro debate) no es tan diferente o, al menos, no evidencia que un modelo sea mucho mejor que otro.
3.- Cultura ciclista
Esto, para empezar, es la pescadilla que se muerde la cola... Si no se empieza por potenciar el uso de la bici, no se percibe esa "cultura ciclista", por tanto, no hay cultura ciclista porque no se potencia el uso de la bicicleta como medio de transporte. Y aún así no estoy de acuerdo. El sector de la bici está haciendo números de récord. Trabajo en este sector y doy fe de que cada año, crisis mediante, se mejoran los datos de venta... Si bien es verdad que dentro de todo este negocio el porcentaje relacionado con el ciclismo urbano es bajo. Pero la "cultura" está ahí. Hay gente que dedica muchas horas el fin de semana (incluso entre semana cuando tienen tiempo) a montar en bicicleta, pero que no se han planteado utilizarla para ir a trabajar.
Dentro del grupo de ciclistas de carretera con los que suelo entrenar los sábados ya hay dos "convertidos", gente que se hace una media de 100km por ruta, pero que nunca se han planteado recorrer los alrededor de 10km que hay de distancia entre su casa y su trabajo. Y resulta que una vez lo prueban, se dan cuenta de la cantidad de dinero que ahorran (entre otros beneficios más intangibles).
Dicho esto, invito a la gente a probar, ya no el desplazamiento en bici a su trabajo, sino la intermodalidad (bici+tren, bici+metro) con las facilidades que existen hoy en día es cuestión de "romper" esa barrera que empuja cada día a miles de personas a permanecer atascados durante muchos (valiosos) minutos en cualquiera de las arterías principales de Madrid.
Y terminar con esta reflexión... Madrid no está hecho para: Enfermos con EPOC (por sus altos grados de contaminación, notamos como en días de más contaminación nos quedamos sin aire), gente con alergias (agravadas por la contaminación), una zona centro difícil de visitar (porque el transporte público sufre también las consecuencias de los atascos y la periferia no tiene buenas opciones de conexión), avenidas de tres carriles en las que los coches no circulan ni cerca del límite de velocidad, peatones que te dan las gracias (o piden perdón) cuando te paras en un paso de cebra como si fuera algo raro (o estorbaran). El desplazamiento y el ninguneo que sufre el peatón en Madrid es de juzgado de guardia.
Muy de acuerdo con Kike. Le guste o no al redactor del artículo, Madrid está cambiando y cada vez se ven más bicis. Así es como se consigue cultura de bici, con bicis circulando.
yo de verdad alucino con este señor; o tiene intereses ocultos en favor del automóvil o no se explica su escrito; Madrid y todas las ciudades necesita ELIMINAR coches en sus calles y lo mejor es sin duda el bus, metro y bicicleta.
La introducción de la biciE en Madrid ha supuesto dar a conocer a miles de madrileños este fantástico sistema de moverse de forma limpia por la ciudad (yo finalmente he optado por comprarme una biciE y dejar el coche en el garaje)
Madrid necesita más civismo y menos gasolina. El artículo de este señor no ayuda en nada a ello.
Yo lo que me pregunto es cuál es la propuesta de los que hablan de "no hay cultura de bicicleta" para crearla... Aparte de que haya gente circulando en bicicleta, claro
Hacía mucho tiempo que no leía un artículo con tal profusión de falsedades y prejuicios. No recuerdo quién se encargó en su momento de propalar aquello de que "Madrid no es ciudad para bicicletas", en realidad prefiero no acordarme, pero visto lo visto hizo muy bien su tarea y dejó aquel mensaje incrustado en los genes del madrileño medio.
Debería ponerme a rebatir sus argumentos, uno por uno, pero son tantos las "perlas" que pueblan su escrito Sr. Villarino que, para no perder mi tiempo escribiendo ni el suyo leyéndome, mejor opto por aconsejarle que coja usted una bici un día cualquiera, salga a darse una vuelta cortita por la calzada alrededor de su casa—sí, con coches cerca, no pasa nada—respete las señales de tráfico y los semáforos, muévase como un vehículo más circulando por el centro del carril y, ¡Oh sorpresa!, observará como los automóviles le respetan y NO PASA ABSOLUTAMENTE NADA.
Además de constituir una experiencia vital y enriquecedora para usted es probable que le cambie la forma de ver las cosas.
En Madrid lo que sobran son coches ocupados por una sola persona con el suficiente egoísmo y falta de empatía como para considerar que por el mero hecho de poder hacerlo, tienen justificado su transporte unipersonal desde la puerta de su casa hasta la puerta del bar. Si sólo nos quitásemos esos traslados innecesarios viviríamos y respiraríamos mejor usted, yo y nuestros hijos y nietos.
Respecto a lo que argumenta sobre BiciMAd podríamos estar de acuerdo en buena parte, más de la que se pueda imaginar.
Un saludo cordial.
A todo lo dicho por el Sr. Villarino, habría que añadir que el ciclista actual (salvo excepciones) se ha alejado de unos valores de los que presumía (solidaridad, sostenibilidad, saludable, amabilidad,...) y ha degenerado en un ser antisocial, prepotente, incívico, avasallador... con todo lo que no sea su satisfacción inmediata. El mal ciclista actual, que es la especie más abundante, desprecia y no asume en lo más mínimo sus culpas, y está poseido por una necesidad siempre imperiosa de avasallar y negarle el espacio a los demás ciudadanos. El mal ciclista actual se cree que con saber montar en bicicleta ya ha cumplido sus aspiraciones; no le interesa "saber circular en bicicleta".
La circulación en bicicleta está regulada, como la de todos los vehículos que circulan por la vía pública. Y la bicicleta, como vehículo, debe circular por la calzada o por las vías específicamente dedicadas a ellas. Pero estamos acostumbrados a verlos circular por las aceras y otras zonas exclusivamente peatonales, con la más absoluta impunidad, avasallando a los pacíficos viandantes, incluso en calles que disponen de carril o acera-bici. Está en su naturaleza el comportarse como auténticos gamberros. Y esos gamberros desvergonzados se encaran agresivamente con quienes les afeamos su conducta; y eso que dicen ser "gentes del buen rollito". Y la policía municipal mira para otro lado.
A lo ya escrito por el Sr. Villarino cabe añadir que el ciclista actual (salvo excepciones) se ha alejado de unos valores de los que presumía (solidaridad, sostenibilidad, saludable, amabilidad,...) y ha degenerado en un ser antisocial, prepotente, incívico, avasallador... con todo lo que no sea su satisfacción inmediata. El mal ciclista actual, que es la especie más abundante, desprecia y no asume en lo más mínimo sus culpas, su necesidad siempre imperiosa de avasallar y negarle el espacio a los demás ciudadanos. El mal ciclista actual se cree que con saber montar en bicicleta ya ha cumplido sus aspiraciones; no le interesa "saber circular en bicicleta". La circulación en bicicleta está regulada, como la de todos los vehículos que circulan por la vía pública. Y la bicicleta, como vehículo, debe circular por la calzada o por las vías específicamente dedicadas a ellas. Pero estamos acostumbrados a verlos circular por las aceras y otras zonas exclusivamente peatonales, con la más absoluta impunidad, avasallando a los pacíficos viandantes, incluso en calles que disponen de carril o acera-bici. Está en su naturaleza el comportarse como auténticos gamberros. Y esos gamberros desvergonzados se encaran agresivamente con quienes les afeamos su conducta; y eso que dicen ser "gentes del buen rollito". Y la policía municipal mira para otro lado.
Contestación a kike:
Muchas gracias por tu comentario que, sin duda, enriquece el argumentario, a favor y en contra, de las bicicletas en la ciudad de Madrid. Repito, en la ciudad de Madrid.
Para mi hubiese sido muy sencillo apuntarme a lo políticamente correcto y a la "hoja de ruta" de una llamada progresía bastante ignorante al menos en este tema. Precisamente por haber trabajado en transporte -no soy experto de nada- digo lo que digo.
Las bicicletas no van a resolver ni la contaminación, ni la congestión madrileñas. Es una ingenuidad que se desmonta por las estadísticas. Son otras medidas las que hay que aplicar.
Cometes un error al asimilar la pura gestión del parque de bicicletas de alquiler con la multimodalidad que puede aportar la EMT. La misma intermodalidad se la podía haber planteado la empresa anterior. La intermodalidad puede ser con muchos operadores de transporte y el gestor ser una empresa consultora en transporte.
Cometes otro error al apuntar que los jóvenes o aquellos que abandonen el vehículo privado se van a pasar a la bicicleta en un futuro. ¿Para qué está entonces el excelente Transporte Público madrileño (Bus, Metro, Cercanías, Taxí, Interurbanos, etc?, ¿para qué tantos miles de millones invertidos?
Comparto tu final. Yo también estoy preocupado por el medio ambiente, pero su mejora depende de muchas cosas más que unos miles más de bicicletas circulando por Madrid.
Alentar el uso de la bicicleta HOY en Madrid, sin cambiar otras muchas cosas antes, ES UNA IRRESPONSABILIDAD porque NO SE DAN LAS CONDICIONES MÍNIMAS DE SEGURIDAD VIAL, sobre todo, de los ciclistas. Imagínate que en vez de algunos cientos, circulasen decenas de miles, como en otras ciudades europeas y asiáticas.
Un saludo y gracias por tu interés.
El artículo me deja anonadado. Las bicicletas sirven para toda ciudad, siempre sirvieron, otra cosa es si estamos dispuestos a limitar el abuso de motorizados privados, que en gran medida es ineficiente, y provoca que los demás medios también lo sean... abuso de espacio, de aire, de reglas frente a peatones y ciclistas... en fin.
+1 a Kike
Saludos.