El nuevo carril bici O’Donnell-Madrid Río provoca pasiones y odios

Madrid,

J. Castaño.- El primer carril bici de Madrid se empezó a construir en mayo de 2003 en la calle de O’Donnell y supuso un primer y tímido paso hacia la estructura de un transporte limpio y económico casi inexistente en la capital. Hoy, el recorrido que abarca cubre unos 89 kilómetros interconectando el oeste y el este de la urbe, con algunas ramificaciones en los ejes principales.

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El nuevo carril, a su llegada a Cibeles – J.C.

Recientemente se ha habilitado un carril de bajada entre O’Donnell y la Puerta de Alcalá, para que los ciclistas no tengan la necesidad de entrar al Parque del Retiro. Pasado Cibeles, el carri nuevo carril de 4,5 kilómetros parte de la calle Alcalá para continuar por la Puerta del Sol, la calle Mayor, Cuesta de la Vega y Puente de Segovia hasta conectar con Madrid Río.

Además, la Carrera de San Jerónimo y la calle Cedaceros se han convertido en ‘ciclocalles’ en las que las bicicletas tienen preferencia sobre los vehículos, que han visto limitada su velocidad máxima ea 30km/h.

Opiniones de todos los gustos

Con todo, la relación de los madrileños con su flamante carril bici es de amor-odio. “Se esperaba que sirviera como medio de transporte y en realidad se ha convertido en un servicio lúdico” critica el terapeuta Juan Carlos Asenjo de 48 años, que lo utiliza ocasionalmente para ir a trabajar. “No es continuo. A veces tengo que ir por las aceras o la calzada con el peligro que ello supone”.

Otro factor determinante y que condiciona la opinión de los vecinos de Madrid es la disposición del carril. En muchas ocasiones está mal ubicado. “Las marquesinas impiden la visibilidad en el cruce de Cibeles y es muy peligroso porque no vemos a los coches”, asegura María Gil, diseñadora gráfica de 32 años. “Además, la Policía muchas veces invade el carril, lo que supone un grave peligro ya que no lo respetan”, sentencia.

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Ezequiel Cuba, estudiante de 25 años – J.C.

El carril es nuevo, pero no todo son pegas. Gilbert Álvarez, de 33 años, lo utiliza todos los días para ir a trabajar. “Antes no teníamos nada, ¡podría ser más cómodo! pero por lo menos hemos ganado algo y es económico”. Por su parte, Ezequiel Cuba, estudiante de 25 años, parece satisfecho. “Yo lo uso para ir a clase y a veces también para darme una vuelta y hacer un poco de deporte. Está realmente bien”, asegura.

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