J. E. Villarino*.- El consejero de las infraestructuras y el transporte madrileño parece encantado de haberse conocido en su puesto, en el que no lleva mucho tiempo, pero sí el suficiente como para conocer en detalle los más graves problemas que tiene, que son bastantes. Quizá no haya tenido tiempo todavía de sentarse, y con calma, percatarse de dónde se ha metido y la que tiene encima.
Nada más ni nada menos, tiene bajo su mando los transportes, las infraestructuras y la vivienda. Es decir, lo mejorcito de cada casa y todo junto. El mínimo común denominador de sus poderes, tiene un nombre: “hormigón”. Lo que ha hundido Madrid y España en el corto espacio de tiempo de década y media, a lo que contribuyeron de forma muy especial unos bomberos, llamados banqueros, cajahorreros, trincones, financieros, o como se quiera, que colaboraron echando más gasolina al incendio. Más, los políticos, azuzando el fuego y sin dar abasto al trinque para sus partidos, bajo la contabilidad creativa de me llevo tres, dos para ti y una para mí. Ah, y un jefe de bomberos, en la esquina de Alcalá con el Paseo del Prado, viendo el incendio, como Nerón en Roma. Pero, lo que sigue, que atañe a Madrid, sirve para toda España.
Metros a tutiplén
Allá por el 95 llegó de la alcaldía como faraón de la Comunidad un tal llamado Gallardo no, Gallardón I, que se forró a hacer primero kms de Metro a diestro y siniestro. Te das la vuelta y te han hecho ya ocho o diez kms en un pis pas. Se salió hasta Arganda, donde los estudios trucados hablaban de 20.000 viajeros/día y malamente llegan a 6.000, y no contento, se fue después al Sur a hacer el Metrosur que nadie había pedido y que con haber unido las dos ramas de la C-5 de Cercanías hubiese costado 20 veces menos y solucionado mejor la conexión entre el sur metropolitano y la capital estando ambos proyectos están más fracasados que la batalla de Annual. No satisfecho, ya como alcalde, descubrió la municipal M-30 y se empleó a fondo en enterrar lo que es una autopista a la que se empeñó en llamar calle-30. Y cubrió todo, en buena parte con parques de la señorita Pepis. Un gran gestor que dejó deudas a nuestros hijos, nietos y biznietos por importe de casi, o sin casi, 8.000 millones de euros.
Erre que R-s
Le sustituyó en la Comunidad doña Esperanza que, para no ser menos, siguió extendiendo las patitas de la araña de Metro de Madrid, al tiempo que potenciaba lo contrario al transporte público que, evidentemente, es el transporte privado. Ni corta ni perezosa, como los accesos metropolitanos están atascados, que se sepa desde Franco, y así siguen, amadrinó más accesos, pero éstos de pago. Los de las hormigoneras, o sea los de las grandes y poderosas empresas constructoras, de limpiezas, jardines, vías de tren, carreteras, casas (ahora menos), etc que estaban esperando estas radiales como agua de mayo, se lanzaron a construir la R-2, R-3, R-4 y R-5. Aznar y Cascos inauguraron en 2003 la R-2. Hoy, 10 años después, están todas las radiales madrileñas, más otras de la geografía nacional, en quiebra, con un pufo de 3.600 millones, que tendremos que apoquinar.
La faraónica T-4 que se proyecta en 1996, con un presupuesto de 1.033 millones, se inaugura diez años más tarde en 2006, con un coste superior a 6.200 millones. Tan excelente mausoleo que formó parte de Bankia al entrar Blesa en Caja Madrid en 1997 , amigo de pupitre de Aznar, fue entregado casi en exclusividad a Iberia. Hoy, ambas, T-4 e Iberia, languidecen llenas de pérdidas y pasivos insostenibles.
Triplete de túneles
En lo que toca al ferrocarril, dejando aparte los AVEs, que son de otro ámbito, que hoy no toca, también se ha visto afectado por la hormigonitis que nos invadió. Ahí están los accesos ferroviarios -duplicados- al Aeropuerto de Barajas de Metro y Cercanías, cuando con uno sobraba y bastaba y dado que la infraestructura ya casi estaba construida en el caso de Cercanías, la infraestructura de Metro es redundante, o al revés, como quieran ustedes verlo. Otro dineral destinado a satisfacer las ansias insaciables de las constructoras, a cambio de, según vamos sabiendo, caritativos desembolsos depositados en el torno del convento de Génova, 13, acerca de lo que actualmente tenemos abundante literatura.
Sin remontarnos a la célebre y fallida operación de Alcobendas-San Sebastián de los Reyes, protagonizada por el gobierno de Felipe González que también nos costó lo nuestro, a Fomento le dio por la manía de horadar La Castellana, hasta por tres veces. Dejando aparte el llamado túnel de la risa iniciado por la II República, los tres túneles van de lo mismo a lo mismo, de Atocha a Chamartín, aunque luego los trenes tengan destinos distintos. El que ahora pasa por Sol, debió sustituirse por un túnel transversal SO-NE (Móstoles-Aeropuerto) y no más de lo mismo, con el ya existente. Al tercero, el del AVE, ya le pilló la crisis y están las obras paralizadas.
Platos rotos: para todos y para rato
De las viviendas, ni hablamos. Todos somos conscientes de lo que pasó: miles de pisos desahuciados y engaños a tutiplén con productos basura financieros. Los que trabajamos en el transporte y sabíamos algunos números de los despropósitos que se cocían, nos echábamos las manos a la cabeza, pero nadie nos hacía caso. Algunos lo decíamos, otros, casi todos callaron, los directores, jefes, jefecillos etc fueron meros comparsas y tiralevitas del amén, amén. Allá sus conciencias.
Hoy, recogemos los platos rotos de los Metros a ninguna parte, la M-30 con los mismos o más atascos, las radiales vacías, los túneles duplicados y parados por falta de dinero, la T-4 sin aviones e Iberia en estado similar a la infraestructura que la iba a acoger, es decir, terminal. A Caja Madrid le hemos metido 25.000 millones, las constructoras reclaman ahora a Fomento, que es lo mismo que decir a nosotros, los 3.600 millones invertidos en las radiales y sin un coche que echarse a la espalda.
Ya sabemos cuál ha sido la nefasta ecuación de esta crisis. Políticos corruptos metidos a banqueros, trinque generalizado, comisiones, financiaciones partidarias y personales ilegales, es decir robando, instituciones corrompidas y cómplices, engaños, desahucios y saqueo a las clases medias y bajas y eufemismos que llaman burbujas del ladrillo, financiera, etc.
Quien ahora gobierna (?) en la Moncloa y quien le enfrenta (?) (valga Dios qué dos) y sus respectivos partidos, máquinas sectarias de repartir prebendas y perpetuarse en el poder, son incapaces de cambiar el sistema porque es el suyo, del que viven ellos y muchos otros a costa de la inmensa mayoría de los españoles y no les interesa hacerlo. Mientras, nos siguen engañando con que todo irá a mejor: con 6 millones de parados, el consumo por los suelos, porque no hay y por miedo, un PIB que no crece y otro oculto del 25% y un país que debemos 4 billones de euros, más de 665 billones de pesetas ( 665.544.000.000.000 pesetas), amordazados por un sistema político y económico que se resisten a cambiar.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).