‘El próximo año en La Habana’, una revolucionaria historia conecta el destino de una familia con la verdad de sus recuerdos

Madrid,

Tras la muerte de su querida abuela, una escritora estadounidense viaja a La Habana, donde descubre las raíces de su identidad y desentierra un secreto familiar oculto desde la Revolución. 

La Habana, 1958. Elisa Pérez, hija de un barón del azúcar, pertenece a la alta sociedad cubana y vive protegida de la creciente inestabilidad del país, hasta que se embarca en un romance clandestino con un apasionado revolucionario. Después del triunfo de la Revolución encabezada por el Che Guevara y Fidel Castro, su familia debe abandonar el país e instalarse en Miami.

Miami, 2017. La joven escritora Marisol Ferrera creció escuchando las historias nostálgicas sobre Cuba que le contaba su difunta abuela Elisa, por lo que conoce a la perfección las canciones, los platos típicos y los lugares más bonitos sin haber estado nunca. Tras la muerte de Elisa, cuyo último deseo era que Marisol esparciera sus cenizas en el lugar que la vio nacer, viaja a La Habana, donde se da cuenta de que la ciudad que recordaba su abuela ya no existe.

El origen de una novela basada en la historia familiar de la autora

“En mi infancia, Cuba fue muy importante. Mi padre y mis abuelos dejaron el país en 1967, mis abuelos siempre anhelaron volver a casa y nunca dejaron de recordar Cuba con gran nostalgia. Sin embargo, no fue hasta que me hice adulta cuando me di cuenta de lo poco que mencionaban la Revolución o sus consecuencias. Hablaban de Cuba con amor y de Fidel con ira, pero superaron los malos tiempos y pintaron un cuadro de una isla de ensueño”, afirma la autora El próximo año en La Habana Chanel Cleeton.

“Las partes tumultuosas de su vida en Cuba eran un misterio para mí. Y uno de esos misterios lo descubrí mientras escribía esta obra”, afirma la escritora.

“Las fuertes emociones que Cuba evocaba en mi familia me inspiraron para escribir sobre la experiencia del exilio desde la perspectiva de dos generaciones. En el verano de 2016, planeamos una reunión familiar en Cuba, y en el curso de la organización del viaje, mi abuelo se enfadó mucho. El dolor ante la idea de regresar a su país en las circunstancias actuales propició una conversación en nuestra familia sobre el peso del exilio. Como estaba trabajando en la novela, intenté reflejar de primera mano la experiencia de mi protagonista, Marisol, mientras yo aprendía más acerca de la vida de mi familia en Cuba, particularmente sobre las secuelas de la Revolución, y examinaba mi propia identidad como cubana.

Escribir y documentarme para El próximo año en La Habana me abrió los ojos y me proporcionó una mirada con más matices sobre la Revolución. Y en un momento en el que sentí la pérdida de mi abuela profundamente, me dio una nueva conexión con nuestra historia y me hizo valorar el coraje y la fuerza de mi familia”.

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