C. Muñoz*.- Llevo mucho tiempo discutiendo con amigos, compañeros y conocidos sobre la identidad política de Madrid. Los hay quienes dicen que Madrid es indefectiblemente de derechas; que no hay mucho que hacer y que la política nunca la vamos a sacar de los cauces del conservadurismo y las políticas de los grandes fastos, eventos de masas y las mega-construcciones. Las personas que defienden esta supuesta realidad han arrojado la toalla, con mayor o menor desidia, y asumen que el Madrid de la heroica defensa de un gobierno legítimo y legal frente al nacional-catolicismo fascista, se fue, masacrado, para nunca volver.
Otro grupo de conocidos analizan el estado político de la capital centrando su dictamen en el pasotismo y dejadez generalizada de los madrileños y de nuestra sociedad actual en general. Su retrato del madrileño, aún siendo muy diferente de las anteriores caricaturas del madrileño retrógado, macho y derechón, no pasa más que por ser un madrileño ensimismado, tontorrón y pasivo.
En una gran ciudad con más de tres millones de habitantes, seguramente habrá unos cuantos conciudadanos que pudieran adscribirse a esas generalizaciones. Sin embargo, yo no veo a muchos madrileños que encajen en esas caricaturas. En mis años en Madrid (los 34 al completo), me he formado la imagen de un Madrid que es crisol de identidades, de formas de vivir y pensar, de innovar y disfrutar; gente de unos conocimientos y una energía desbordante… Muchos madrileños combativos, solidarios, abiertos y receptivos, dispuestos al cambio de mentalidad, permeables a lo bueno y lo nuevo si merece la pena, y respetuosos de lo mejor de nuestra tradición. Gente que no asume lo heredado si no le conviene, pero que lo hace suyo y lo transforma si es necesario… No me puedo creer que toda esa fuerza positiva de tantos y tantos madrileños vaya a quedarse atrás en el momento de decidir el camino político de su ciudad.
Y no me lo puedo creer ahora más que nunca, porque en los últimos años he visto grandes muestras de despertar político en Madrid. Lloré sonriendo hace tres años, cuando descubrí que las movilizaciones del 15M podían hacernos a los madrileños retomar el control que nos habían ido robando poco a poco. Y volví a tener la piel de gallina cuando las marchas ciudadanas de la dignidad del 22M llenaron madrid de fuerza reivindicativa.
Porque no creo que esta ciudad sea de derechas ni apolítica. No lo voy a conceder ni me voy a rendir en esto. Estoy convencido de que hoy, 10 de mayo de 2014, ya muchos no confían ni en la actual casta política ni en el actual sistema corrompido e insuficiente. Creo que los madrileños han ido dando muestras de ello, y necesitamos meter una marcha más y tomar la política para no dejarla. Necesitamos ganar la política y necesitamos ganar Madrid, porque la capital podría ser un referente y un revulsivo para todo el estado, como lo fue en anteriores momentos históricos. Hay millones de vidas en juego.
Estoy convencido de que una gran mayoría de los madrileños nos pondríamos de acuerdo en que ninguno de los dos grandes partidos nos representa, y que su sistema está caduco y necesitamos darle la vuelta. Ocurre con una Europa que no puede ser nuestra Europa y necesitaremos cambiarla. Seguramente nos falta mucho para plasmar una opción claramente aglutinadora que nos podría poner de acuerdo, pero lo más cercano que he conocido en cuanto a proyecto político es Izquierda Unida. Claramente insuficiente aún, y con muchas deficiencias, pero que cada día se perfila mejor como un elemento necesario e indispensable para el cambio y para darle la vuelta a la triste realidad a la que nos abocan sólo una parte de la sociedad, que ni mucho menos resulta representativa de los ciudadanos.
Las últimas encuestas sobre el clima político en Madrid reflejan una tendencia que empieza a asentarse y avanzar: la posibilidad de que una opción claramente ciudadana y de izquierdas pueda poner alcalde/alcaldesa en la capital del estado. Teniendo en cuenta los márgenes de error, los altos índices de abstención y la importancia de los cientos de miles de votantes aún no decididos, no sería ni mucho menos un panorama descartable, y estará en nuestras manos. Queda un año. Queda mucho trabajo y mucha responsabilidad colectiva. Y queda empezar asestando un buen golpe a la troika en las elecciones europeas del 25 de mayo.
Estamos a tiempo y hay mimbres para construir un programa colectivo con los movimientos sociales, con la participación de muchos simpatizantes y con nuevos afiliados, con la gestación de grandes frentes y coaliciones electorales con un propósito cada vez más cercano: ganar Madrid para los madrileños. Es posible. Debemos hacerlo posible.
* César Muñoz es Coordinador de IU Retiro y Miembro del Consejo Político Regional de Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid.
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