C. Muñoz.- Los distritos de Retiro y Salamanca forman parte de la almendra central de Madrid, y en estas semanas hemos visto cómo entraba en funcionamiento la nueva propuesta del gobierno municipal de Madrid: Bicimad, un servicio de bicicletas que ya Gallardón anunció que implantaría en 2010, y que aparece, al menos parcialmente y con serias deficiencias, cuatro años después.
Por ahora se presenta en los distritos de Centro, Moncloa, Salamanca, Retiro, y Arganzuela, y no existen plazos ni certezas sobre la posibilidad de ampliar el servicio a otras zonas de los restantes 16 distritos.
Ya estamos habituados a los incumplimientos electorales, a las promesas y los plazos que no se cumplen, y ni mucho menos estamos conformes. Chapuza, mentiras y falta de seriedad e incumplimientos reiterados aparecen de nuevo.
Las anécdotas se multiplican entre quienes han intentado acceder a este sistema de préstamo de bicicletas eléctricas. El descontrol y falta de explicaciones del gobierno municipal son las habituales. Desde la imposibilidad de acceder a la solicitud de la tarjeta de usuario, pasando por cuelgues continuos de la página web, hasta que el sistema informático de gestión de bicimad haya sido pirateado sin que nadie diera explicaciones ni consiguiera subsanar el problema.
Para colmo, la Asociación de Marcas y Bicicletas de España presentó una denuncia ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) contra la adjudicación de BiciMad al entender que se ha vulnerado el derecho a la libre competencia, y denunciando que la empresa Bonopark es “deficitaria” e “insolvente”. Visto lo visto, parece que no van desencaminados.
Este supuesto servicio público, con altos costes directos para los usuarios, independientemente de su nivel adquisitivo, presenta serios inconvenientes respecto a servicios parecidos en el resto de Europa y de España: a diferencia de otros servicios públicos, como Barcelona, Sevilla o Zaragoza, en cuanto te montas en la bicicleta madrileña hay que pagar. Y obviamente, estamos viendo que la acogida no está siendo demasiado entusiasta, por no decir que parece anticipar un nuevo fracaso; no por el escaso interés por la movilidad ecológica y el servicio público, sino por los altos precios en relación con el mal servicio prestado.
Pero estamos en pre-campaña electoral y a muchos políticos no parece importarles el éxito o fracaso social de las iniciativas públicas, primando para ellos el ponerse la medalla de la inauguración. Madrid necesita un cambio radical en movilidad, en políticas de transporte público, y en el fomento de medios como el de la bicicleta, ecológica y barata. Pero así no, desde luego.
Todos los madrileños tenemos derecho a movernos con libertad por el territorio de nuestra región, independientemente de nuestra situación social y económica y del poder adquisitivo. Los casi 250.000 madrileños sin trabajo y ningún tipo de prestación deberíamos tener acceso libre a servicios como éste o el de Metro, Cercanías y autobús urbano, y ésa es una medida que se niegan a tomar, fundamentalmente porque no hay cintas que cortar ni prensa en inauguraciones.
Madrid necesita un plan de movilidad que actúe decididamente en defensa de los derechos de los madrileños, y no parches electoralistas presentados de manera chapucera (imposibilidad de acceder al servicio, a los abonos, etc.). Hay que actuar de manera conjunta sobre el problema del colapso del tráfico, la alarmante contaminación, las dificultades de acceso al transporte supuestamente público de la población con mayores dificultades económicas. Es necesario un plan integral que contemple el servicio absolutamente público de bicicletas, así como la reestructuración del transporte en Metro y autobús, cada día más abandonado por las políticas del Partido Popular, y al que muchos ni siquiera podemos acceder todo lo que desearíamos por las tarifas en alza.
El modelo de transporte de una gran ciudad del siglo XXI no puede asentarse en el automóvil privado, pero iniciativas tan mal gestionadas como la de Bicimad no ayudan a salir de estas desastrosas políticas de movilidad y medioambientales. Celebramos la apertura a nuevos sistemas públicos, pero exigimos un modelo global que aporte soluciones globales tanto económicas como ecológicas y de sostenibilidad.
Y no querría pasar la oportunidad de este espacio sin ofrecer un emocionado recuerdo a un vecino que falleció recientemente, miembro de Ecologistas en Acción, que tantas veces aportó una visión más humana de la movilidad madrileña y del desarrollo sostenible en nuestra ciudad. Nunca podremos agradecer lo suficiente el trabajo sincero y desinteresado de activistas como el amigo y compañero Fernando Casado.