G. Bravo.- Lo que era una secreto a voces ya es oficial. El presidente del distrito Salamanca, Iñigo Henríquez de Luna, no quiere repetir en el cargo. De hecho, ni siquiera quiere repetir en el Ayuntamiento; por lo que de un tiempo a esta parte ha allanado el terreno para conseguir un banco en la Asamblea de Madrid tras las próximas elecciones del 22 de mayo.
Tiene sentido. A De Luna, defensor acérrimo del esfuerzo personal para alcanzar resultados y de lo privado en general, le falta tiempo para autoproclamarse “liberal” en cada junta de distrito; y tan resabida es su afinidad con la presidenta de la Comunidad de Madrid, como la tensión entre ésta y el alcalde de la misma ciudad.
Y es que de no ser así, qué sentido habría tenido el dar la cara para pedir las primarias en abril de 2008, cuando Aguirre amagaba con enfrentarse a Rajoy por la presidencia. Ninguno. El mismo que seguir como presidente de un distrito que, tras ocho años de poca acción, se ha convertido en un callejón político sin salida para alguien que apunta alto.
Los vecinos que han disfrutado de su mandato -o al menos la asociaciones de éstos- lo califican como un “un tipo muy trabajador pero experto en echar balones fuera ante cualquier tema mínimamente sensible, y perfectamente capaz de defender actuaciones de derechas, bajo un discurso de izquierdas”. Conocedor de las leyes y las normas, este licenciado en Derecho ha demostrado ser ducho en la retórica y cuidadoso con las palabras, pero discreto en los hechos.
Su gestión tiene mucho de obras públicas, remodelación de plazas y aceras y un polideportivo en Fuente del Berro que lleva ya dos años de retraso -y sigue sumando-. Tras su mandato, el distrito ha perdido una de sus dos bibliotecas públicas y termina con una gran polémica en torno a la adjudicación de la única escuela infantil preescolar pública de la que se dispone (la Ruiz Jiménez).
Aunque consiguió salir airoso de una imputación por trato de favor y prevaricación en un caso relacionado con la trama Guateque, lo cierto es que al que fuera presidente de las juventudes del PP allá por el 2000 y toda una promesa popular, se le ha visto sonreír poco en estos ocho años como presidente del distrito; y muchos interpretan su marcha como una salida de emergencia política; otros, consideran que Salamanca ya le quedaba pequeño y que, tras aguantar el tipo, en realidad se marcha contento. Máxime, cuando las políticas de Gallardón tienden a restar competencias y poderes a las juntas de distrito en pro de la centralización.
El nombre que más suena para sucederle en el cargo es el de Fernando Martínez Vidal, actual concejal presidente del distrito de Moratalaz.
sun says:
Buen perfil, la gente tiene que saber quién decide por ella…
Isabel (A.V. Goya-Dali) says:
El concejal se marcha sin haber resuelto las cosas, ni escuchado a los vecinos. No ha logrado (o no ha querido) la participación ciudadana, y la solución de marcharse es a mi entender cobarde.