Noche 2: IceBaRetiro, en la calle Alberto Bosch

N. Mendinueta.- Esta semana vuelve el invierno de forma repentina, concretamente a -5º, que es la temperatura a la que está el IceBaRetiro, situado en la calle Alberto Bosch 14, justo detrás del Museo del Prado.

Se trata de un bar-restaurante que tiene una zona hecha de hielo en su totalidad. La entrada al IceBar cuesta 10 euros con una consumición -bien un cubata, un limonchello o bien una cerveza llamada Sputnik, que entra bastante bien gracias a su sabor dulce, pero que hace más efecto del esperado, más que nada porque está mezclada con vodka-.

Antes de entrar te dan unos guantes y un abrigo, que no estaría del todo mal ponértelo encima del tuyo, porque si no sirve de más bien poco. Una vez equipad@ te abren la puerta de lo que parece una cámara frigorífica. Es entonces cuando te das cuenta de que estás en un bar-iglú de apenas 15 metros cuadrados. Y sí, la verdad es que es curioso porque todo está decorado con esculturas de hielo, incluida la propia barra del “bar”.

Por otra parte, resulta gracioso ver la ambientación tipo discoteca del lugar, con luces de colores y música maquinera para animar el cotarro. Pero olvídate, no vas a durar más de media hora ahí dentro, a no ser que vayas bien preparado y con indumentaria casi polar.

Al parecer, los días de mayor afluencia son los sábados, y te encuentras con gente de todo tipo y edades. Lo bueno y curioso a la vez es que te haces “amigo” de todo el bar, incluida la camarera, principalmente porque estamos todos hacinados en un sitio en el que apenas hay recorrido, y la verdad es que eso… mola.

En definitiva, es una experiencia y un sitio diferente al que recomiendo ir por lo anecdótico del plan, porque está claro que es un sitio de paso y pagar 10 euros con copa por media hora…. no renta. Lo que sí veo más atractivo es la oferta que promocionan de comida/cena+entrada al IceBar+consumición, que sale por 30 euros. Barato no es, pero por lo menos ofrecen un menú bastante extenso y elaborado, con platos inusuales cuanto menos, no la típica hamburguesa o filete. Así que como alternativa combinable es mucho más interesante.

Conclusión: una experiencia un poco cara, pero a la vez curiosa y anecdótica para hacer algo diferente con tu grupo de amigos y con alta probabilidad de que ampliéis el círculo después de estar media hora ahí encerrados. Y es que el frío une mucho 😉