P. Rodríguez.- Fundado en mayo de 1888 en el número 21 del Paseo de Recoletos, el Café Gijón siempre tuvo como apéndice su característica terraza entre las calles Prim y Almirante. Hace dos meses, la gestión de la terraza se convirtió en caballo de batalla entre los terceros regentes del negocio (usufructuarios desde 1998) y los posibles nuevos dueños (adjudicatarios de la terraza bajo subasta) que harían cerrar el simbólico café, ya que su fuente de ingresos principal procede de la zona exterior.
Y ahora la Comunidad de Madrid va a catalogar el café como Bien de Interés Cultural. Eso sí: dicha decisión “no tendrá efecto alguno sobre la terraza”, ya que “es una concesión de un espacio público otorgada por el Ayuntamiento”, según afirma el vicealcalde de Madrid, Miguel Ángel Villanueva.
Es más, “lo que previsiblemente puede suceder será probablemente dificultar un poco más la gestión que en estos momentos el propietario o el concesionario de la terraza puedan tener de la gestión de ese espacio, porque evidentemente con un nivel de protección mayor será más complicado gestionar ese espacio”, ha advertido.
Villanueva opina que el hecho de que la comisión de Vicepresidencia, Cultura y Deportes de la Asamblea de Madrid haya aprobado por uniminidad pedir a la Comunidad de Madrid que declare Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de hecho cultural el Café de Gijón de la capital y que lo incluya en el Registro de bienes de interés cultural de la Comunidad no sólo “no supone que goce de una mayor protección” sino que no influirá en la concesión del quiosco y probablemente dificultará la gestión del local.
El Café Gijón “ya gozaba de la máxima protección urbanística”, con nivel 1, y “la integridad física del local estaba perfectamente protegida”, ha dicho.
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