J. E. Villarino.- Quizá sí, o quizá no, sea el último encuentro/desencuentro entre el faraón Gallardón, siempre revestido con la piel de corderito y de buenísmo y Nefertiti Aguirre. A primera vista, así lo parece; por fin, un encuentro. No un desencuentro. El primero parece que va a conseguir su tan anhelada acta de diputado por Madrid luego de varias llantinas públicas y privadas, y veremos si consigue también por el mismo precio lacrimal un ministerio donde pueda lucir sus habilidades despilfarradoras, ad maior gloria et ambitionem suam. La segunda parece resignarse a permanecer frente al cargo para el que fue elegida, cosa que parece importarle un pito al señor Gallardón, que nos va a dejar de sustituta a una persona que no pasó por urna democrática alguna y de la que no nos consta respaldo ciudadano ninguno.
Viene esto a cuento porque parece ser que al irse el señor Gallardón a la Carrera de San Jerónimo, antes va a vender a su “compañera” de partido el METRO de Madrid por la simbólica cantidad de 140 millones de euros, que es la cuota equivalente al 75% de las acciones que el Ayuntamiento madrileño detenta en esta entidad. Detrás quedan las disputas que ambos personajes mantuvieron por casi todo. Que si ahora yo estoy en la Comunidad y quiero competencias sobre el Metro del Sur y llevar el Metro a Arganda, que si ahora estoy en el Ayuntamiento y no quiero soltar prenda y demás pataletas por quítame ahí unos espias… Como el señorito ya se va, le importa un pito que el METRO acabe en manos de su querida “amiga” o en las del maestro armero. Claro, hay que inventarse un razón y nada mejor que decir que no existan duplicidades. Pues por esa misma razón podríamos fusionar METRO, CERCANÍAS, FOMENTO, el CONSORCIO de Transportes y así.
La realidad es que con la marcha de Gallardón, Esperanza Aguirre se va a quedar con casi toda la tajada del Transporte Regional. Sólo le faltaría para casi rematar la jugada y hacerse con las Cercanías de RENFE Operadora, cosa que seguro conseguirá en esta legislatura al frente de la Comunidad, cuando en el Ministerio de FOMENTO se siente un compañero de partido, y que aunque no las pague ni detente la titularidad del servicio, sí detente su planificación y mangoneo a través del CRT, que es lo inteligente. No es la primera vez que esto se intenta, tanto en el gobierno de José Mª Aznar como con el de Zapatero, que a punto estuvo de soltárselas.
Pero, pero… ojo al parche, porque imagínense ustedes que el megalómano Gallardón aterrizara por tierra mar y aire. Como a él le gusta hacer, en el megaministerio de FOMENTO. Pues, hala, vuelta otra vez a las andadas. Esperemos de la inteligencia de Rajoy que no se le ocurra tal despropósito, si bien mirado sería un buen síntoma de inteligencia gallega. Así los tendría distraídos, enzarzados nuevamente a estacazo limpio entre ellos y no tendría que estar todo el día vigilándoles por el rabillo del ojo. El colmo sería que Esperanza Aguirre añorase al hoy abrumado señor Blanco, y el señor Gallardón hiciese bueno al exministro.
Pues nada, quienes querían que el transporte madrileño se privatizase, la patronal madrileña del BUS, que vayan tomando asiento y se pongan cómodos, que van a tener película para rato.