J. E. Villarino*.- El último Plan de Cercanías fue presentado en 2009 por José Blanco y Esperanza Aguirre, y preveía ampliar la red ferroviaria en 115 kilómetros, para lo cual se destinarían 5.000 millones hasta 2015. En 2012, el Gobierno sólo invirtió en los Cercanías madrileños 7,7 millones, pero Fomento ya ha anunciado la ejecución de varias actuaciones contempladas en, el que en su momento, calificamos de descabellado plan.
Estas actuaciones, dejando a un lado las macroinfraestructuras que el plan contemplaba, se refieren a varias “prolongaciones” del servicio en las vías ya existentes, mejoradas con electrificación y duplicación de vías, allí donde no existen.
No hace mucho tiempo hablábamos de la necesidad de que los modelos territorial y de transportes vayan al unísono, de tal forma que no se planifique capacidad de transporte allí donde el territorio y el urbanismo nos dicen que no hay demanda suficiente para ello, entre otras cosas, por el hecho de que el antiguo aforismo de que el transporte genera urbanismo, pasó a ser un cuento más de una fracasada lechera.
Antaño -años 60, 70, 80- se ponían los trenes, esperando que detrás fuesen las personas a vivir, y para ello, pura especulación, ya se daban prisa los promotores urbanos con enormes carteles mentirosos. Hoy, este modelo que no ha sido otra cosa que pura y dura especulación, es inviable porque el sector se desinfló con la burbuja inmobiliaria. Al menos, algo positivo tiene esta crisis.
Seguimos manteniendo que las cercanías ferroviarias tienen sentido en espacios periurbanos y allí donde existe una estructura metropolitana, dependiente funcionalmente de la metrópoli, con movimientos centro periferia o transversales de carácter recurrente. Más allá de esto tendremos que hablar de servicios regionales, con otro esquema de densidad de frecuencias y capacidades de transporte.
Pues bien, las Cercanías madrileñas hace tiempo que han salído de su ámbito, para adentrarse en espacios extrametropolitanos, donde las densidades de población y, por ende, las demandas de movilidad decrecen súbitamente.
Según parece, se trata de llevar el servicio de Cercanías a Navalcarnero, a lo que dedicamos otro artículo no hace mucho tiempo, Griñón, e Illescas ya en la provincia toledana. Asimismo se prevé también prolongar los tramos de San Sebastián de los Reyes-San Agustín de Guadalíx-Algete, Colmenar Viejo-Soto del Real, y Parla-Torrejón de la Calzada-Torrejón de Velasco.
Estas “prolongaciones” conllevan dificultades añadidas para la explotación de las líneas existentes, especialmente para algunas de ellas que funcionan como un Metro, caso de la C-5 con la prolongación a Griñón, y otro tanto a Illescas.
Todo ello para captar una demanda marginal y unos votos marginales, no olvidemos la intención última con que se hacen estas inversiones, que no resistirían el menor test de viabilidad, no ya económica, sino social.
Como tantas veces he dicho, no se trata de dejar sin oferta de movilidad a ningún ciudadano, sino de garantizar ésta con los modos que sean más eficientes en cada caso y que no tienen porque ser en todos los casos a través del modo ferrocarril. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a que además de, por ejemplo, servicio de bus, haya que tener tren u otro modo análogo.
Las cosas tienen un límite y su ámbito, que los técnicos conocen perfectamente y que casi siempre se ven violentados por las razones de los políticos, que suelen ser sinrazones. Sobre pasar el ámbito metropolitano (estas prolongaciones ya no son de este ámbito) supone ir más lejos, para pescar poco. A parte de tirar el dinero, es perjudicar y penalizar a otras localidades que están aguas arriba, en tiempos de viaje y fiabilidad de los servicios. Unas buenas frecuencias de bus que recojan a los viajeros y los lleven a las estaciones actuales de cabecera, bien cadenciadas con el tren, solucionarían con una nueva oferta de movilidad, posibles carencias del servicio de bus, de forma eficiente y suficiente. No llevando el tren, por llevarlo, porque un día, al político de turno, se le calentó la cabeza en un mitin o ante su jefe para hacer méritos.
Si esto es así en las actuaciones de menor coste, esperemos que el PP no siga copiando el resto de ocurrencias del Plan del PSOE, de mayor calado económico. Y no es que queramos que cada partido tenga su plan y suplante, nunca mejor dicho, al anterior. Es necesario que los partidos lleguen a acuerdos sobre las infraestructuras, lo mismo que sería deseable en la educación, pero no copiar los errores. Una cosa es una cosa, y otra, la otra.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).