J.E.Villarino*.- La Compañía Iberia, antaño nuestra compañía de bandera, que funciona como marca de la IAG, fruto de la fusión con British, tiene un futuro complicado. En este caso. la fusión de dos compañías de bandera, una británica y la otra española, se unen para crear otra mayor y disfrutar de las ventajas derivadas de las economías de escala, una mayor diversificación estratégica y otra serie de ventajas operacionales y tecnológicas. Todo esto es muy bonito y está muy bien en los manuales de las escuelas de negocio en sus “casos” de estudio, pero la realidad acontece de forma bien distinta.
La fusión que no fue tal
En la práctica económica es bastante difícil encontrar fusiones entre dos o más empresas en las que todos y cada uno de los agentes fusionados conserven su cuota parte equilibrada con el resto. La realidad y la experiencia nos dice que siempre hay uno que se hace más grande que el otro, o los otros, y dicho en román paladino, más bien uno se “zampa” al otro, o a otros. En este caso la británica se ha zampado a Iberia -que hace tiempo dejó de ‘Líneas Aéreas de España’- y lleva camino de que dentro de nada ni la marca quedará.
La trayectoria de la gestión de Iberia desde hace ya bastantes años ha dejado, en bastantes ocasiones, bastante que desear. Pero éste que escribe no entiende por qué, una vez hecha la fusión, a una de las partes le tiene que ir bien y a la otra mal. Ello quiere decir que no se ha producido una buena y equilibrada fusión, porque si las cosas pintan mal, deberían pintar mal al 50% para cada una de las fusionadas. Y lo mismo si las cosas van bien.
Iberia abandona mercados que siempre han sido su razón de ser y que han sido más del 50% de su negocio. Todo apunta a que esta compañía, parte de la unitaria IAG, lleva camino de quedarse como una de low-cost en el mercado doméstico y poco más.
Para muestra de lo dicho, un botón. El coste por empleado de Iberia, según revela VozPópuli de un informe de los trabajadores, es de 68.298 euros al año, una nómina un 4% inferior que la que ingresan los trabajadores de British Airways, que es de 71.328 euros. “Sin embargo, los planes de IAG pasan por recortar 4.500 empleos entre los trabajadores españoles”, agrega el citado medio. O sea, “a trabajar, vayan; a comer, vayamos”. O algo parecido.
Lo del sabio de ‘La Vida es Sueño’ de Calderón también parece tener cabida en este asunto. Aquello de “cuentan de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. ¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo? Y cuando el rostro volvió halló la respuesta, viendo que otro sabio iba cogiendo las hierbas que él arrojó”.
Pues, bien, según el digital Preferente.com: Air Europa, Orbest, Pullmantur Air y las charter españolas se frotan las manos con las rutas vacacionales que ha dejado Iberia hacia El Caribe, de igual forma que hacen las aerolíneas de bandera como Aegean, EgyptAir y Turkish respecto a los enlaces con el Mediterráneo Oriental.
Desde hace días las citadas compañías ya contaban con que Iberia dejaría de volar a Santo Domingo, La Habana, Estambul, Atenas y El Cairo, y en sus planes así lo han tenido en cuenta, aún a falta de que este viernes la compañía española confirmase de golpe una noticia esperada.
Mucho nos cuesta creer que la apuesta de Iberia que se enfoca hacia el cliente premium de negocios, como puede interpretarse de que en paralelo al cierre de rutas mencionado, haya anunciado más plazas para Brasil, México, Chile o Centroamérica, cuyas capitales se hallan en la cresta del crecimiento económico, vaya a resolver sus problemas y estos destinos sean su tabla de salvación para el futuro.
Consejos delegados que no defienden los intereses españoles
No ha tenido suerte esta empresa en los últimos tiempos. Pero quizá lo más nefasto que le ha ocurrido sean sus dirigentes, los llamados CEOs que le han tocado en suerte. Para ser claro, me da el tufo que su comportamiento respecto de Iberia, la parte española de IAG, no es trigo limpio. Están dando en bandeja la empresa a la parte británica. Vamos, que están haciendo el trabajo sucio a la otra parte. Así lo decimos, anticipado sea, como está de moda decir, el derecho a la presunción de inocencia. Porque si no es así, la cosa tiene bemoles.
Mientras tanto, los miembros del consejo de administración de Iberia, cuyas finanzas están pasando los mayores apuros de su historia, mantienen el derecho a viajar gratis en clase business con su familia. Incluso, en el caso de que sean despedidos. Así lo señala este martes El Confidencial, que menciona fuentes oficiales de la compañía según las cuales este privilegio se aprobó en 2006. Los miembros del consejo de Iberia en activo no tienen límite en el importe de los billetes gratis que pidan. Quienes están en el consejo de IAG sí tienen restringido a 500.000 euros el importe anual. El privilegio de volar gratis en primera no es sólo de los integrantes del máximo órgano de gobierno de la aerolínea.
Iberia podría dejar la T4 a falta de amortizar 6.000 millones
El digital VózPópuli asegura que IAG ha amenazado con forzar el cierre de Iberia y quedarse sólo con la filial de bajo coste Iberia Express y con Vueling, de no llegar a un acuerdo con los sindicatos antes del 31 de enero sobre el ajuste que planea para la compañía española. En un artículo de uno de sus periodistas estrella, Antonio Maqueda, sostiene también que el consejero delegado de Iberia, Rafael Sánchez-Lozano, ha llegado a sugerir al Gobierno que se podrían retirar de la T-4, donde se han invertido 6.000 millones que aún hay que amortizar.
Prácticamente, todos los principales medios de este país ya coinciden en condenar una gestión, cuando menos, discutible de la compañía. Así, tras el último mes, en sus posturas sobre la coyuntura en Iberia, las causas y sus responsables los tres grandes diarios de papel generalistas de España, los tres periódicos económicos, y los tres principales medios digitales, se han posicionado en la denuncia de sus gestores, de la gestión que éstos llevan a cabo y de una fusión que nunca fue tal y nunca debió producirse.
*José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).