J. E. Villarino*.- Como dice el anuncio del turrón, y como ya es tradicional, los sindicatos de Adif, el ente público dependiente de Fomento que se encarga de las vías, han convocado huelga los días 31 de julio y 31 de agosto. No es Navidad, pero da igual, la huelga de trenes vuelve en verano como el turrón en Navidad.
Un verano sin convocatoria de huelgas ferroviarias no es verano. Los españoles sentimos que algo nos falta cuando no hay huelgas de trenes en verano y Navidad. Si a ello se unen otras huelgas, las aéreas por ejemplo, todavía mejor, y no digamos ya si se suman Alsa, Continental, etc. Entonces, el regocijo es máximo.
No se concibe en este país un 31 de Julio, 1º o 15 de Agosto sin apretones en andenes y aeropuertos, sin colas interminables, sin esperas cuerpo a tierra echándose quien pueda una cabezada en el duro suelo y demás incomodidades.
Lo malo de las huelgas en el transporte es que con anunciarlas, el daño ya está hecho. Los viajeros, ante la incertidumbre de que se presenten en las estaciones o aeropuertos y les den con la puerta en las narices, se retraen muy mucho de sacar sus billetes para luego tener que cambiarlos o devolverlos.
Posteriormente, si la huelga se desconvoca todo son prisas para obtener el billete y casi siempre de manera fallida y no digamos la que se le monta a las empresas operadoras con devoluciones, trenes adicionales y un largo rosario de inconvenientes y molestias, que quiérase o no soportan siempre los viajeros.
Y, a todo esto, la pregunta del millón: ¿y qué piden? Pues según un comunicado, “con esta convocatoria pretenden manifestar su rechazo a la decisión “unilateral” de Adif de realizar convocatorias de movilidad de los empleados que, según sus datos, “podría suponer el desarraigo de 400 trabajadores”.
Asimismo, denuncian que Adif “no da solución” al millar de trabajadores que actualmente se ocupan de vender billetes de Renfe en las estaciones. Consideran que es necesario definir su futuro ante la inminente liberalización del sector y la entrada de nuevos operadores ferroviarios privados”.
Todas estas razones, como cualesquiera otras, son muy respetables, pero conviene decir algunas cosas al respecto de ésta y otras empresas públicas, del transporte y del no transporte.
Tanto Adif como Renfe no han perdido ni un empleo salvo por EREs voluntarios
Mientras los asalariados da las empresas privadas de este país sufrían los zarpazos de la crisis, con una caída de más de 20 puntos desde su comienzo, los trabajadores asalariados del sector público, que incluye a los de las empresas públicas como Adif y Renfe, sólo recientemente han visto ajustes de plantillas, aunque ni Adif ni Renfe Operadora han perdido empleo alguno salvo por expedientes de regulación de empleo voluntarios y nada desfavorables para los empleados.
Adif y Renfe vuelven a tener deudas insostenibles
Los datos que publicamos, que son los oficiales de ambas empresas, se quedan cortos a estas alturas. Adif ronda ya los 15.000 millones y Renfe supera los 5.000.
Con este nivel de deuda y las pérdidas anuales, a pesar de los elevados cánones que cobra Adif a Renfe, la empresa no está para muchas huelgas, que a las direcciones de ésta y otras empresas públicas les suelen importar un pito porque ellos no pagan los platos rotos, siguen cobrando mensualmente sus sueldos y tanto los efectos económicos como toda la retahíla de incomodidades las pagamos y sufrimos los ciudadanos.
Los sindicatos ferroviarios viven en otro planeta
“Los sindicatos con representación en Adif protestan también por la reestructuración que, según aseguran, está realizando la compañía pública en el área de mantenimiento de infraestructuras y por la externalización de algunas actividades.
Las organizaciones sindicales calculan que Adif presenta un déficit de personal de unos 5.000 trabajadores y de 1.139 para Renfe, por lo que contemplan extender también las movilizaciones a la operadora”.
Según la Memoria correspondiente a 2012, el número de empleados era de 13.177 personas de los que la mayoría es personal operativo, lo cual no impide que esta empresa tenga una importante carga de subcontratación de actividades.
No parece que Adif, como Renfe, que también tiene una abultada plantilla de 13.893 en 2012, tenga motivos para realizar una huelga, sin haber habido despidos y con la que les ha caído a sus compañeros de la actividad privada.
Absolutamente demencial nos parece que a estas alturas evalúen los sindicatos una necesidad de nada más y nada menos que de 5.000 nuevos trabajadores, cuya única explicación no puede ser otra que el afán de engrandecer todavía más su poder sindical, el mayor de todos los sectores productivos nacionales.
Ninguna de las causas aducidas tienen el más mínimo recorrido ni la más mínima justificación, salvo para representar la habitual ceremonia que año tras año vienen convocando, con razones para ello o sin razones. Eso es lo de menos. El caso es fastidiar al personal, hasta que un día éste se harte.
*José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).
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