J. A. Castellanos.- El director Gerardo Vera, al frente de un elenco de excelente actores, crea con gran acierto el ambiente para El cojo de Inishmaan, una dramática comedia que se desarrolla en una pequeña isla de Irlanda (Inishmaan), que emana el ambiente de la Irlanda más profunda -la cual guarda alguna similitud con la España igual de profunda, con un gran aislamiento y fanatismo religioso-.
Billy (Ferran Vilajosana) es un niño que nace tullido, con una deformación en un pie y en una mano. En un ambiente tan fanático, el nacimiento de un niño tullido es considerado como un castigo de Dios, sus padres se desentienden de él y queda al cuidado de las hermanas Kate y Eileen (Marisa Paredes y Terele Pavez). Él sólo tiene una deformación física pero todo el pueblo lo trata con desprecio. Solo podrá escapar de ese ambiente opresor a través de la lectura.
Cuando el adolescente, a quien todos llaman Billy el Cojo, descubre que Robert Flaherty, el famoso documentalista de los años 30, acaba de llegar con todo su equipo procedente de Hollywood para rodar una película en las islas de Arán (Man of Aran, 1934), no tiene ninguna duda de que al fin ha llegado la oportunidad que ha estado esperando toda su vida. Por fin podrá salir de la Irlanda profunda donde vive, de su aldea de Inishmaan, y dejará de ser el tullido del pueblo, el huérfano del pueblo, el hazmerreír de todos, para convertirse en una estrella de cine… Más o menos.
La obra se desarrolla de una forma muy pausada y lenta, pero con gran acierto, ya que es así como se vivía en esa Irlanda, en la que parece que al tiempo le cuesta pasar.
Todos los personajes realizan su papel de una forma brillante y divertida, aunque destaca Ferrán Vilajosana, que hace una excelente interpretación del tullido, propia de un gran actor y al que resulta imposible tomarle cariño.