C. Linares.- Una gran familia de 23 artistas circenses zíngaros ha traído sus caravanas desde Francia para instalarse en el Teatro Circo Price y mostrar a los madrileños su destreza con los malabares, el trapecio, las cuerdas y los lazos, en altura. Son siete músicos, una cantante y más de una decena de artistas de diferentes edades que cautivan tanto a grandes como a pequeños con un circo desnudo sin florituras… y sin colchoneta.
Tan seguros están de sí mismos los artistas del Circo Romanés que bailan en el aire sin protección, tanto en los números individuales como en los de parejas, que derrochan sensualidad. Circo del de antes en el que los mayores son la escuela de los pequeños, que también hacen uno pinitos ante el público mostrando lo que se puede hacer con ganas e ilusión y a lo que llegarán con años de ensayo.
En las alturas destacan, por el riesgo y la perfección, Adriana, con sus espectaculares movimientos en una comba de enormes dimensiones, y Alexandra, cuyos movimientos entre dos lazos dejan boquiabierto al espectador. Y qué decir que la pareja formada por un hombre y una mujer que, unidos en el aire, desafían la ley de la gravedad.
A pequeños y mayores impresionan el show de freestyle con 5 balones de fútbol que se representa en la pista y los números de pelotas y malabares que se multiplican en manos de los artistas que los manipulan.
Circo auténtico, del de antes, que requiere el olvido de los grandes números de los circos de masas, demostrando que no hacen falta decorados millonarios ni juegos de luz y color para ver circo de peripecia. Humor y destreza mezclados con sketches de humor y un estilo de vida que no se perderá si el público sigue apostando por la tradición, en estos tiempos en los que la tecnología parece querer acabar con ella.
Los gitanos del Circo Romanés se quedan hasta el 25 de marzo en el Price para mostrarlo y venderlo todo.