A. Valiente*.- Afortunadamente mis hijos comen en casa, es decir, no son de comedor, y me ahorro un buen dinero. Hay muchas familias, muchas, más de las que nos podemos imaginar, que no pueden pagar el comedor de sus hijos. Pero lo más sangrante es que para muchos de ellos esa comida, la del colegio, es la única comida decente que hacen al día.
Si seguimos así, con esta venda en los ojos, si la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid no hace nada por remediar esta situación, nuestras generaciones futuras, parte de ellas, serán generaciones mal alimentadas, mal nutridas.
No me gusta el pesimismo y no he sido nunca alarmista. Pero presencio, muy a menudo, cada vez con más frecuencia, una imagen que me hace dudar de mi optimismo y dejo de pensar, durante unos momentos, que todo esto que nos acontece se va a solucionar muy pronto.
Muy cerca de mi casa hay un supermercado que, a última hora, cuando van a cerrar, sacan los contenedores de la basura. Los depositan en un lugar que está retranqueado de la acera, por tanto cuando pasas, no ves claramente la cara de la gente que está buscando en la basura, aunque sí su silueta. Este detalle alivia las conciencias.
Normalmente hay un mínimo de 5 personas, con bolsas y carritos de la compra. Siempre que los veo pienso en sus hijos.
La eliminación de las becas de comedor obligará a muchas familias a que sus hijos lleven la comida en tarteras al colegio. Pero se ha publicado que en algunas Comunidades Autónomas, los colegios podrían llegar a cobrar hasta 3 euros al día por permitirlo.
Por tanto, en algunos sitios, el próximo mes de octubre pagarían 66 euros, aproximadamente la mitad de lo que se les cobraría por el comedor.
Esto me parece un atropello, pero más aún la justificación que dan: los cuidadores del comedor, las neveras, los microondas, etc… ¡Patrañas!
¿Cómo se justifica entonces las deducción por gastos educativos que hay en la Comunidad de Madrid? Cito textualmente de un artículo de opinión de hace unas semanas: “Por escolaridad el 15%; por adquisición de vestuario de uso exclusivo escolar el 5%; y por enseñanza de idiomas el 10%, hasta un máximo de deducción de 900 euros por cada hijo”.
Esto que podría parecer demagogia son datos reales.
El jueves pasado, en el último Consejo del Gobierno Regional se han aprobado una serie de Subvenciones y Convenios, de los que se podría “arañar” algo para otras cuestiones, por ejemplo, de la subvención de 3.874.000 euros a favor de la Fundación del Teatro Real, para 2012; del Convenio entre la Comunidad de Madrid y la Provincia Eclesiástica de Madrid que asciende a 1.700.000 euros. La iglesia siempre ha estado de parte de los más débiles ¿no?.
En resumen, si miramos el presupuesto Regional, hay solución.
No nos podemos quedar de brazos cruzados cuando peligra, no sólo el estado del bienestar, sino que peligra algo mucho más básico, la alimentación de nuestros pequeños.
Si somos un país del primer mundo no podemos permitir tener niños mal nutridos. ¿o es que no somos del primer mundo y resulta que sólo hay un mundo?. Da que pensar.
* Ana Valiente es vocal vecina del PSOE en el Distrito de Salamanca.
Juan Carlos says:
Claro que hay soluciones.
El problema es oír hablar al ministro o a la Figar. Demasiada gente que estudia.
Demasiada gente permitiéndose el lujo de vivir como siempre lo han hecho los nobles o los religiosos. Esto no podía consentirse y así lo declaran sin ninguna vergüenza y por supuesto impunes, porque en realidad esto no es un estado de derecho y las leyes son autoritarias y espurias y esta gente que habla así no termina en la cárcel, sino enriquecida.
A la iglesia, por otra parte, siempre la ha beneficiado un sustrato de pobreza consistente. Así puede justificarse la misericordia o la limosna y por supuesto, el control, generosísimo para sí misma, de las dádivas. Nunca la justicia social.
Ahora ya sonríen felices en en congreso. Han garantizado su supremacía, aún a costa del hambre, de la salud y de la educación del pueblo. De esa masa de gente que vive por encima de sus posibilidades.
Francisco says:
Ana, solo una cosa, por favor, queda muy bonito, pero no compares la situacion de los niños de paises desfavorecidos, con los de aqui, es demagogico, si quieres, te puedo pasar datos de paises como etiopia, donde trabajo.
(Por cierto, cada vez estoy mas a favor de la tartera a clase y que, por su puesto, no se les cobre por llevar la comida de casa)
Isabel M. says:
Tremendo, no sólo la educación, sanidad, justicia, derechos sociales vuelven a ser sólo accesibles a los ricos, sino que también la simple supervivencia, y los niños y jóvenes de familias con menos recursos, lo que en estos momentos se está convirtiendo en la norma, no sólo no podrán estudiar sino que no podrán tener una buena salud. Estamos volviendo a tiempos oscuros. Sólo cuenta el dinero, el capital, frente al ser humano. ¿qué aberración es esta?
Francisco says:
Señorita Isabel, como siempre en su estilo, pero bueno, para una persona que no le gusta que apoyen a los desfavorecidos, como dijo en otro comentario, y que no condena a la violencia de genero, me extraña mucho que diga esas cosas y se escandalice por ellas.
Como siempre, con demagogia, se va a poder estudiar y los enfermos van a poder curarse. La verdad es que las provincias que cobran por la tartera esta fatal, pero creo que Madrid no es una de ellas, por suerte.
M Teresa Lopez says:
Totalmente de acuerdo con lo que escribe la vocal vecina. No tengo hijos ni nietos en edad escolar pero si vecinos, amigos y a los que no conozco siquiera muchos de ellos que se verán afcetados por esta hipocrita medida. La Comunidad de Madrid tiene de donde sacar ese dinero para que nuestros niños el futuro de la sociedad tengan cubiertas las más elementales necesidades – alimentación, sanidad y educación -, pero eso si a nuestra Lideresa, abuela, esto no va con ella. “Cosas veredes amigo Sancho…. en esta comunidad si no decimos hasta aquí a los desmanes de esta señora que comienza por eliminar profesorado, comedores, sanidad…
Dulce C. says:
Francisco le pido a usted que se diriga a las mujeres o por su nombre o por señora, que creo que a usted no le gustaría que le trataran como señorito Francisco.