S. R.- Una mujer vecina del distrito de Hortaeza, clienta de una tienda de arreglo rápido de ropa de su barrio, puso una reclamación a la misma al quedar descontenta con el servicio recibido y los agentes se personaron en el lugar.
Al llegar, los policías se percataron de que en el probador, había un espejo con mosquetones cerrados a modo de candado.
Procedieron a su apertura descubriendo que el falso espejo no era sino una puerta de acceso a una escalera descendente.
Abajo se encontraron un taller clandestino, en el que había tres trabajadoras asiáticas encerradas (la puerta no se podía abrir desde dentro).
La dueña del local alegó que le están ayudando, pero los agentes comprobaron que no tenían “debidamente regulada la actividad laboral”, por lo que se realiza informe en materia laboral para su traslado a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social.
También se realizaron los correspondientes informes y denuncias al no presentar ningún tipo de autorización o licencia para ejercer la actividad.
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