Llevaba cuatro años escondido, desde que fue condenado a once años de prisión por violar en 2016 a un familiar de 13 años que padecía un retraso madurativo del 38%. Su familia le daba cobijo en un piso del que nunca salió en cuatro años, a excepción de un ingreso hospitalario por Coronavirus (ingresó en el hospital usando el DNI de su hermano). Ni siquiera se asomaba a la ventana.
No tenía nada a su nombre, ni propiedades, ni coche ni número de teléfono.
En 2019 la Policía supo que sus familiares tenían un piso en Torrejón. Se trata de un “piso sospechoso” del que nunca se le vio entrar ni salir. Los familiares que entraban a dicho domicilio nunca usaban llave. Siempre llamaban al timbre.
Los agentes prepararon un dispositivo, entraron en la vivienda y le detuvieron.