La Policía Nacional han detenido en un hotel de Getafe a un narcotraficante de origen asturiano, exfuncionario de prisiones de 60 años de edad, que llevaba más de 15 años fugado de la justicia española.
Para evitar ser reconocido en estos años, se había sometido a injertos de piel en los dedos y se había injertado pelo en el cuero cabelludo.
Sobre él pesaban cuatro requisitorias de detención y tres prohibiciones de salida con dos identidades distintas.
Las huellas dactilares se pueden modificar temporalmente
Las huellas digitales están en la capa superior de la piel, y a través de quemaduras, usando líquidos abrasivos o generando cortes y cicatrices lo suficientemente grandes para dejar una marca, es posible modificarlas en parte, ya que en un mes volverá a ser la habitual.
Uno de los casos más conocidos del mundo es el de una mujer china a la que un cirujano plástico cambió las huellas de los dedos de su mano izquierda a la derecha y viceversa, por lo que al poner su pulgar derecho o izquierdo en máquinas de identificación, la lectura no daba un resultado conocido.
Lin Rong, de 27 años, creó toda una nueva existencia y además de cambiar de nombre y apariencia, llevó a cabo tan extremo procedimiento, ya que buscaba entrar ilegalmente a Japón, país que ya la había deportado antes. Si bien consiguió su primer objetivo, las cicatrices en sus dedos y manos llamaron la atención de autoridades cuando quizo obtener documentos.
Finalmente, su fraude quedó al descubierto. Su caso es extremo, pero no es el único.
Con el desarrollo de nuevas tecnologías de identificación y, también de engaños, las huellas digitales alteradas serán detectadas mediante el uso de métodos forenses especiales. Asimismo, cada vez son más los sistemas biométricos de identificación, que prometen relegar las huellas dactilares a un segundo plano.