La joven que el 20 de febrero de 2018 acuchilló hasta la muerte a su recién nacido y escondió su cadáver en una mochila continuando con su vida normal sin levantar sospechas ha declarado este miércoles 19 de febrero de 2020 en el juicio en el que se enfrenta a 22 años de prisión.
Sobre las 05:00 horas de la madrugada del 20 de febrero de 2018 rompió aguas en el salón del domicilio de su pareja, “dando a luz a una niña, de 48 cm y de 2,950 kilos de peso, que nació viva y respiró espontáneamente fuera del claustro materno, procediendo a cortarle el cordón umbilical”.
La acusada, que había mantenido su embarazo oculto tanto a su pareja como a sus familiares, cogió ese mismo día un arma blanca “sin determinar” y, con ánimo de acabar con la vida de la recién nacida, la apuñaló hasta en nueve ocasiones en distintas partes del cuerpo.
“En tres de ellas el arma penetró en el corazón, llegando a atravesarlo una de ellas, otra en el diafragma, y otra perforó el pulmón izquierdo, provocándole un fallo cardiorespiratorio con hemoneumotórax y consiguientemente su fallecimiento”, añade la Fiscalía.
“Sí, fui yo”
¿Sabe que se le acusa de haber causada la muerte de la niña que tuvo? ¿Usted le causó la muerte?, le ha preguntado el letrado, a lo que la mujer ha respondido que sí. “Sí, fui yo”, ha respondido temblando y con lloros. “No me acuerdo, no sé que pasó. Solo sé que la perdí. Lo siento mucho, perdón, perdón”, ha dicho entre lágrimas sin ofrecer más detalles de lo ocurrido.
Durante toda la declaración, la procesada ha estado con la cabeza agachada temblando y tapándose el rostro para evitar una confrontación visual con su pareja, padre de su primer hijo, que tuvo con 17 años, y que no es el padre de la bebé asesinada según las pruebas de paternidad.
Su entonces pareja no sabía que estaba embarazada. “Estaba ido. Me lo contó mi madre. No me acuerdo. Fue hace dos años y estaba ido”, ha explicado.
El joven ha señalado que dudaba de que el bebé fuera suyo y se le hizo la prueba de paternidad, dando negativo. “Si me hubiera contando todo eso antes, esto no hubiera pasado. Se lo puedo asegurar”, le ha contestado el joven a la fiscal.
Dos días después del parto secreto y del asesinato del bebé, sin que nadie supiera nada, la joven sufrió una hemorragia y tuvo que ser ingresada.
La madre de su entonces pareja, en cuya casa vivía la pareja de lunes a jueves, ha declarado que “cuando se desmayó, la llevamos al hospital. Nos dijeron que podía estar embarazada o que había podido tener un parto. Fuimos a casa para coger ropa porque se le iba a dar de alta. Estábamos guardando ropa y mi hija me dijo que iba a mirar la mochila, que estaba colgada en una silla. Tuvimos que abrir las ventanas del olor y vimos sangre. Cogí unos guantes, y saqué papel. Cuando saqué muchas bolsas, vi que era un bebé”, ha contado.
Asesinó a su bebé el 20 de febrero y el 23 ingresó en prisión
Sonia Bedoui, que se encuentra prisión por estos hechos desde el 23 de febrero de 2018, procedió acto seguido a limpiar la sangre e introdujo el papel de cocina utilizado, el paquete de toallitas de bebé, el cadáver y la placenta en varias bolsas de plástico para, a continuación, meterlo todo en el interior de una mochila que dejó colgada en una silla del dormitorio que compartía con su pareja y la hermana de éste.
Una vez limpiada la habitación la acusada se quitó el albornoz que la cubría, también manchado de sangre, y con restos derivados del parto se duchó, se puso un pijama y se acostó en la cama del dormitorio de los padres de su pareja -ausentes en ese momento por encontrarse trabajando- y donde se encontraba durmiendo su pareja.
Dos días más tarde, sobre las 20:51 horas, la acusada ingresó en el Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares aquejada de desgarro genital y sangrado vaginal.
Poco tiempo después la madre y la hermana de su pareja fueron al domicilio donde convivía con ellas la joven para buscar sus efectos personales y llevárselos al hospital.
Allí descubrieron la mochila, “sacando las bolsas con el cadáver, la placenta y el resto de su contenido del interior, que colocaron a su vez en otra bolsa de plástico, llevándola el padre de su pareja, al hospital, dejando la mochila en la terraza de la cocina del domicilio”.
La hermana, por su parte, cuando descubrió el albornoz manchado de sangre lo arrojó a la basura pensando que era debido a una hemorragia motivada por la anemia de aquella.
La Fiscalía precisa que en las diligencias de entrada y registro e inspección ocular realizada en el domicilio el 24 de febrero se encontraron manchas de sangre de la acusada en la parte trasera y posa brazos del sofá del salón, en el pomo de la puerta de la cocina y en la mochila donde había estado el cadáver del bebé en la terraza de la cocina.