F. Mollá.- El 16 de junio del año 2000 un operario se encontraba instalando un aparato de aire acondicionado en la cubierta de un adosado en Las Rozas cuando, utilizando un soplete, comenzó un incendio que redujo 16 casas a cenizas en solo 45 minutos.
Los chalés estaban hechos con material muy inflamable, según los bomberos. Y su diseño heptagonal facilitó la rápida propagación de las llamas.
Creyeron haberlo apagado y se fueron
Un informe de la Comunidad de Madrid reveló en 2000 que el fuego se inició por el soplete que manejaban los operarios. Incendió la capa asfáltica que éstos extendían. De aquí las llamas pasaron a la buhardilla sobre la que trabajaban.
Los operarios intentaron, en un primer momento, apagar las llamas. Cuando creyeron haberlas extinguido, abandonaron el lugar para curar las quemaduras que había sufrido uno de ellos volvieron unos 35 minutos después.
Levantaron una teja pensando que todo estaba apagado. Pero no era así. Al levantar la teja, el oxígeno entró directamente en la buhardilla.
Se produjo lo que los técnicos denominan flash over (inflamación repentina de los gases acumulados, a causa de una inyección de oxígeno) y las llamaradas se extendieron al resto de chalés de madera.
El lunes arranca el juicio
La Audiencia Provincial de Madrid le juzgará, junto con su superior, a partir de este lunes 6 de marzo de 2017 por una imprudencia grave.
Serán juzgados Antonio H. F. y José Luis M. T. por la comisión de un delito de incendio por imprudencia grave por el que la Fiscalía solicita una pena de seis años para cada uno de ellos.
Según el fiscal, los acusados el día 16 de junio de 2000 se encontraban en la Urbanización El Triángulo, en Las Rozas (Madrid), realizando obras en la cubierta de un chalet.
El acusado Antonio H. se encontraba, en concreto, realizando la instalación del aire acondicionado mediante la soldadura de tela asfáltica para impermeabilizar la salida del tubo al exterior de la cubierta, mientras que José Luis M., propietario de la empresa instaladora, supervisaba el trabajo.
Como consecuencia del empleo del soplete se inició un incendio que se propagó al resto de la urbanización.
El fuego, de grandes dimensiones, redujo a cenizas los 16 chalets de la urbanización en solo 45 minutos.
Debido al siniestro, los procesados se enfrentan también a la solicitud de indemnización por un importe de algo más de dos millones de euros.