La mente de Juan José Fernández González, empleado de la lavandería del Hospital de Alcorcón desde hacía cinco años, se disparaba (o se aplacaba en forma de “tristeza”) en cuanto escuchaba “música heavy”. Y si lo hacía compulsivamente (como le sucedió los días previos a que intentase matar a una enferma de 83 años en el hospital de Alcorcón), se tornaba bipolar: o le invadía la ira o caía en la tristeza. “Y cuando me pongo así sé que va a ocurrir algo”. Es lo que ha declarado ante el juez, tras haber sido detenido por haber intentado asfixiar a una paciente del Hospital de Alcorcón en plena madrugada.
La compañera de habitación de la mujer que estaba asfixiando empezó a gritar, las enfermeras fueron a la habitación y él echó a correr.
El detenido “llevaba dos años sin control judicial con el riesgo que eso entraña. Quedó como ‘un enfermo civil’ al que no se le puede obligar ni a tratarse ni a medicarse”, según el psiquiatra forense que le diagnosticó una esquizofrenia paranoidea cuando cometió sus dos anteriores asesinatos.
Quedó en libertad en 2007, el detenido quedó en libertad tras cumplir condena en la prisión y psiquiátrico de Fontcalent (Alicante), donde se le diagnosticó que sufría esquizofrenia. La condena por el asesinato de Valeriana de la Fuente, su primera víctima, incluía 20 años de medida de seguridad, de las que diez estuvo bajo internamiento y otras diez bajo tratamiento ambulatorio.