L. Torres.- El primer abuso tuvo lugar en febrero de 2017 en un vagón de la Línea 6 de Metro, a la altura de Lepazpi. La niña, de 11 años, se dirigía al colegio y el hombre le tocó sus partes íntimas, por encima del uniforme escolar. Y el segundo sucedió un mes después, también en la Línea 6. Esta vez los tocamientos tuvieron lugar en las escaleras de la estación de Conde de Casal, en la calle Doctor Esquerdo, parada cercana al Parque del Retiro. También le tocó sus genitales por encima del uniforme escolar.
Al detenerle, la Policía encontró dos braguitas de niña en su mochila.
Ahora, la Audiencia Provincial de Madrid le ha impuesto cuatro años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales, teniendo en cuenta como atenuante el trastorno de identidad sexual que padece. Ya está en la cárcel. Y se le han impuesto otros cinco años de libertad vigilada. Además, durante otros ocho años no podrá acercarse a medio kilómetro de la niña, que ya será una joven. Y deberá pagarle 3.000 euros.
En su defensa, el detenido alegaba que la primera vez no tuvo lugar y que la segunda fue fruto de las prisas porque llegaba tarde al trabajo, si bien se ha demostrado que no ocurrió al ir a trabajar, sino al salir, quedando desacreditada su versión.
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