J. E. Villarino*.- Lo del PSOE no se entiende. O quizá, sí. Se entiende si nos remontamos a diez o quince años atrás, en que este partido un buen día perdió la brújula y se ha quedado sin norte. Lo que se dice desnortado, sin rumbo.
Cuando un buque se queda sin rumbo es que no existe un capitán que sea avezado en las artes de la navegación o que carece de cartas de navegación que le ayuden a fijar correctamente la singladura del viaje.
Ambas cosas son las que le pasan a un partido político que tuvo durante 18 años responsabilidades de gobierno y 12 como primer partido de la oposición. A lo largo de los últimos años ha dado bandazos a diestra y siniestra, más bien a siniestra, mediante políticas contradictorias, absurdas e inconsistentes.
Cuando alguien pierde la ubicación de sí mismo, malo. No saber dónde se está es una de las peores cosas que nos puede pasar a los humanos y a todo ser viviente. Cada especie tenemos nuestro medio en el que nos sentimos cómodos, en el que prosperamos y nos sentimos más felices.
Los animales buscan siempre su biótopo adecuado. Un ejemplo evidente: mi gato Tor se ubica siempre en el mejor lugar de la casa. En invierno en la zona más cálida (que no tiene por qué ser la más caliente) y en verano la más fresca.
El PSOE tuvo un secretario general nefasto que involucionó al partido y a España. De ahí vienen los mayores males que hoy día nos aquejan y que no son solamente los económicos.
Hemos vuelto al cainismo que nos llevó a la guerra civil y que todos creíamos desterrado por eso que se llamó la transición y que, pasados los años, resultó ser un enorme fiasco político, con los herederos del régimen anterior más toda una pléyade de advenedizos, dedicados todos ellos a robar a manos llenas, menos las excepciones que en todo hay.
Lo que hemos llamado transición fue un falso pacto entre vencedores y vencidos de la guerra civil. Los del régimen crearon un partido, superada la experiencia de la UCD, amalgama de familias del régimen. La CIA americana más la socialdemocracia alemana más los servicios de inteligencia franquistas, crearon un PSOE que estuvo 40 años desaparecido.
Un partido comunista pactista y venido a menos se fue conformando con las migajas y hoy día los nuevos comunistas que conquistaron todo el desencanto del bipartidismo, les han comido la merienda y la cena.
Pronto aprendieron los socialdemócratas a hacer lo que sus oponentes de la derecha, hasta que con el paso de los años todos se han especializado en hacer lo mismo: entender el sistema de partidos como oficinas de dar empleo a los suyos, a robar para el partido (eufemísticamente llamado “financiación ilegal”) y a robar para sí. Si a lo anterior le unimos las luchas intestinas entre las baronías, el harakiri está servido.
Lo malo es que no hay relevo. No hay políticos de relevo. Los viejos políticos y la vieja política tiene los días contados y los nuevos, lo que se conoce como la nueva política, que a mi juicio de nueva no tiene nada, son hijos de la LOGSE, carentes de formación, llenos de odios y revanchas y algunos con los mismos vicios que vieron hacer a sus padres. Una mezcla de dos ismos, populismo + un rancio comunismo. ¡Vaya panorama!
Volviendo al título, se me olvidó decir que el harakiri es el ritual japonés del suicido por desentrañamiento. El PSOE está desentrañado, o lo que es lo mismo, extrañado de si mismo. Enajenado.
En otra ocasión hablaremos del PP y los “nuevos” políticos.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, experto en Transporte y columnista de Zonaretiro