Los pactos

Madrid,

J. E. Villarino*.- Todos coincidimos en que las mayorías absolutas se han acabado por una larga temporada. La primera en irse a la porra será la del PP, que la ha tirado por la ventana con méritos indiscutibles y gran cabreo de una parte muy importante de su parroquia. A partir de ahora, la res pública se ha de resolver entre dos, tres o más partidos.

Pero, ocurre que en España esto de los pactos no es nuestro fuerte, ni lo ha sido, ni posiblemente lo será. Somos dados más bien a estar a la greña, cuando no a garrotazos, como aquellos cromagnones que pintaba el ínclito Mingote en sus viñetas del diario ABC.

Siempre me he preguntado cómo es posible que dos partidos -el llamado bipartidismo que nos ha gobernado 40 años- no hayan estado ni se hayan puesto de acuerdo en casi nada, y sobra el casi.

Suárez vs González, González vs Fraga, González vs Aznar, Aznar vs Zapatero, Zapatero vs Rajoy, Rajoy vs Rubalcaba vs Sánchez. Tanto monta, monta tanto. Que yo recuerde, solamente han firmado media docena de pactos en 40 años, si llega a eso.

Pero es que en el discurrir político cotidiano, en los debates parlamentarios de control al gobierno, en las declaraciones etc, los partidos, sobre todo los de gobierno y oposición, nunca están de acuerdo en nada. Es una forma de hacer política sui generis, que demuestra la escasa preparación y formación política de nuestros partidos y las gentes que los gobiernan. Estar en desacuerdo siempre es síntoma de catetez política, de pocos años de democracia, si a esto que tenemos se le puede llamar democracia. Mejor lo dejamos en partitocracia.

Eso no pasa en la cámara de los comunes ni de los lores, ni en el parlamento alemán, ni en el congreso ni senado norteamericanos. Aquí entendemos hacer oposición por estar siempre en desacuerdo en todo. Si tu dices A, yo digo B y al revés. Así está el argumentario político, por los suelos. No saben hablar y encima tampoco saber argumentar, porque los argumentos están siempre traídos por los pelos. Se trate de lo que se trate. En la vida normal estar siempre en desacuerdo con todo es un imposible metafísico.

Nadie se calla nunca. Nadie reconoce nada. Nadie pide perdón por nada. Nadie asume nada. Nadie dice en esto estoy de acuerdo contigo. Nadie le echa una mano al adversario. Nadie se brinda a ayudar al contrario. Miren, esto no es hacer política, ni son comportamientos humanos, no digamos ya inteligentes.

La política está a años luz de la vida. De la vida corriente, de la que vivimos los ciudadanos todos los días. Los políticos están a años luz de los ciudadanos. Nosotros no les entendemos y ellos nos ignoran, les importamos un pito.

Si sólo fuera eso, nos podríamos dar con un canto en los dientes. Encima de importarles un pito y precisamente porque les importamos un pito, nos roban, nos chulean la pasta, nos toman por imbéciles, se creen que comulgamos con sus fétidas y abracadabrantes ruedas de molino. ¿Cómo van a pactar unos señores que salvo excepciones son bastante ágrafos e ignorantes? Ni quieren ni están capacitados para hacerlo.

Les pongo un ejemplo que está en el candelero: una señora que hasta ahora gobernaba en Andalucía gracias al dedazo y que por su santa voluntad y ganas de tirarse a una piscina con poco agua, convocó bajo pretextos falaces nuevas elecciones y resulta que se quedó tal y como estaba pero sin los compañeros de cama que hasta entonces la sostenían, haciendo, por cierto, todos su agosto.

Pues como ahora sigue peor que estaba antes de convocar las elecciones, se pone chula y exige a los demás sus apoyos para formar gobierno sacando en procesión a la demagogia de apelar al noble pueblo andaluz que tanto quiere y tanto ama, según ella.

Ahora aspira a que los demás le resuelvan el desaguisado en que voluntariamente y ella solita se metió, fruto de su insensatez e irresponsabilidad. Pues no, señora. Pues no. Nadie le mandó tirarse a la piscina sin agua y ahora si no tiene apoyos suficientes, se aguanta. O se baja del machito y negocia a la baja sus aspiraciones de seguir mangoneándolo todo, corrupción incluida como hasta ahora. Faltaría más.

Como esta señora, pululan en la política nacional, autonómica y municipal todos los que ustedes quieran. A cientos, a miles. Quieren pactar con la única finalidad de poder gobernar aunque para ello tengan que decir digo donde antes dije Diego. Lo demás, no les importa.

* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).

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