MMB*.- La semana pasada empezó con una gran alegría: dos de mis compañeros de fatigas me sorprendieron con la grata noticia de que correrían el Maratón Alpino conmigo. Eso sólo puede significar una cosa: a cinco semanas vista, ¡¡ya he ganado!! Estoy seguro de que me lo voy a pasar muy bien, a pesar de todo el sufrimiento que pueda conllevar un tipo de carreras de este tipo.
Aunque ya he corrido tres veces la distancia maratón (una en asfalto, una en monte y una en montaña), nunca me he enfrentado a un desnivel acumulado tan alto, así que el miedo va por dentro, pero el miedo, cuando estás acompañado, siempre se diluye, así que la semana pasada el entrenamiento fue muy motivante sabiendo que tendría compañía en mi reto particular.
La semana pasada, de hecho, tuve una de las primeras pruebas dentro del entrenamiento que me está marcando Iván, de Reebok Sports Club, en las que me di cuenta de cuáles van a ser dos de los motivos de sufrimiento en la prueba. Por un lado, el desnivel negativo, especialmente los últimos siete kilómetros de la prueba con un desnivel negativo de mil metros; y, por otro, las altas temperaturas previstas para el día de la prueba.
Para lo primero, llevo ya semanas entrenando en Reebok Sports Club en la cinta con pendiente negativa para fortalecer los músculos excéntricos. La semana pasada combiné desniveles negativos del 3% con positivos del 6% y del 10% para coger confianza en las bajadas después de acumular cansancio en las subidas. Y para combatir el calor, estos días son excelentes ya que aunque no haya temperaturas muy altas, la sensación térmica sí que es de verano por tener el cuerpo acostumbrado al frío. Por eso, el sábado subí hasta Abantos, en El Escorial, a medio día, para acostumbrar al cuerpo al sufrimiento del sol en medio de la carrera.
Las semanas que quedan por delante, apenas cinco (¡qué rápido se dice!) seguiré entrenando dentro y fuera del gimnasio y pensando en la estrategia de carrera, teniendo en cuenta cosas tan importantes como la ropa o la mochila que me pondré para salir en la carrera.
A mí me gusta correr con mallas cortas y camiseta de manga corta, calcetines específicos y zapatillas de montaña, pero también llevo siempre un pañuelo tubular a mano, que puede salvarte de muchos inconvenientes: si hace frío, puede ir al cuello o proteger la cabeza; si hace calor, se puede mojar y refrescar la cabeza; si te haces una torcedura puede servir de venda improvisada… Y en la mochila, siempre un mínimo dos litros de agua, un cortavientos y unos guantes (el clima en la montaña es traicionero) un pequeño botiquín (manta térmica, venda, betadine, tiritas, analgésico…), algo de comida (no soy muy de geles, así que prefiero chocolate, barritas de chocolate, frutos secos, plátanos, gominolas…), una identificación y el móvil en modo avión para no gastar batería y poder usarlo en caso de que ocurra algún percance.
Mucha gente prefiere reducir el peso de la mochila para ser más rápidos, pero yo me considero más precavido que veloz y prefiero ir tranquilo y confiando en la mochila. Además, una vez que entrenas con ella, olvidas que la llevas puesta y no molesta absolutamente nada. ¿A ti qué te parece imprescindible llevar cuando corres?
* Miguel Matías-Barreiro es periodista y deportista aficionado. En Twitter, @runnernovato