Muere el periodista madrileño Valentín García, símbolo de la lucha contra el cáncer con el #yomecuro

Madrid,

El periodista madrileño Valentín García fue diagnosticado un cáncer de pulmón en 2018 y se convirtió en la cara de esta enfermedad con una campaña en redes sociales a que llamó #YoMeCuro.

Además, escribía sobre la evolución de su enfermedad en su página web. Su lucha ha llegado a su fin. Ha fallecido la madrugada de este domingo 20 al lunes 21 de octubre de 2018. Tenía 53 años.

Su último artículo rezaba así:

“Jamás hubiera pensado que yo era fuerte, o tan fuerte como para afrontar un cáncer. No sabía cuál era mi capacidad de resistencia ni los resortes que tenía en mi interior que me llevarían a partirme la cara cada día por seguir viviendo. Resorte, energía, ánimo, fuerza, fe, ganas… cada uno lo llamamos de una forma, cada uno es movido por cosas diferentes, pero lo importante es que nos movemos.

Resistir al cáncer requiere en muchas ocasiones plena dedicación. Ocupa mucho tiempo. Yo, por ejemplo, esta semana, tengo sesión de quimioterapia, la número 21, y además me han hecho una Resonancia Magnética específica para la hipófisis (uno de mis puntos en rojo) con lo cual tengo mi dosis de momentos de tensión e incertidumbre. Paso por mi obligada analítica y mi obligada visita al oncólogo y a la endocrino. Sobre mis espaldas, y desde que me diagnosticaron cáncer de pulmón hace 18 meses, llevo también el desgaste de 41 sesiones de radioterapia y dos operaciones. Horas y más horas de hospital, decenas de pruebas e innumerables visitas a diferentes especialistas. Sumemos los días y más días convaleciente y una merma física bastante notable. He vuelto a trabajar pero mi rendimiento dista mucho del que tenía antes. Si me pongo a pensar, este párrafo de consecuencias de mi cáncer sería mucho más largo, pero creo que es suficiente para ilustrar cómo se detiene una vida, cómo gira derrapando y cómo puede quedar. Y sin que nadie pueda aventurar qué es lo que me espera.

Estoy cansado, mucho, muchísimo, y sin embargo no dejo de hacer todo lo posible por superar la enfermedad. Como yo, miles de enfermos de cáncer se levantan cada mañana dispuestos a sacar el día adelante. Si toca ir al médico, pues al médico. Si toca quimio o radioterapia, pues al lío. Si no toca nada, pues a darlo todo. Tenemos motor, tenemos ese «algo» que, cuando no tenía cáncer, me hacía admirar a quienes padeciéndolo se comían la vida a mordiscos. El mismo sentimiento que ahora otros me dicen que tienen conmigo y que hace que me pregunte de dónde sale ese impulso tan difícil de sostener.

La respuesta es confusa, variada, preciosa y muy particular. Si cada cáncer es un mundo, los trampolines para saltarlo también son otro. En mi caso, las fuerzas nacen de una combinación de miedos y ganas de disfrutar de mi indomable pasión por la vida, venga como venga. Es el ancestral miedo a la muerte, el miedo al dolor, el miedo a la pena, miedo al sufrimiento largo, miedo a la incapacitación, y algunos miedos más que dan para otra Oncolumna.

Y junto al temor, sacando pecho, el sabor de la vida en los labios. A mí me encanta la mía y no quiero bajarme de un carro que espero me siga llevando a tantos paraísos como hasta ahora. También cada uno tenemos nuestros paraísos ¿verdad? Un día entero de risas con mis hijos, un salón con chimenea con mi familia, una almohada con mi novia, un bar sin tele con mis amigos, un estudio de radio, un recuerdo de mi padre… Esos son algunos de los míos y quiero seguir recorriéndolos muchos años más. Quizá no pueda porque el cáncer me mate pero mientras tanto, y otra vez vuelvo al «mientras», mientras tanto me viene la determinación para encontrar a diario trocitos de paraíso y no paredes de infierno.

Mucha gente opina que la actitud cura. Yo no lo creo, pero estoy seguro de que ayuda a que el cáncer pese menos. Y eso es muy bueno, es buenísimo porque hay días que pesa mucho, como el de hoy, porque en lo que se tarda en escribir una columna me han dado el resultado de la Resonancia en la cabeza y resulta que el nódulo cancerígeno de la hipófisis ha crecido y tengo un poquito más de cáncer.

Mis ganas de vivir han crecido mucho más”.

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