L. Torres.- Este martes 22 de enero de 2013, víspera del 18º aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez (en aquella fecha presidente del PP de Guipúzcoa) a manos de un encapuchado de ETA en el restaurante La Cepa, de la Parte Vieja de San Sebastián, la fundación que lleva su nombre y el Partido Popular han organizado dos actos en el distrito de Salamanca: una ofrenda floral frente al roble conmemorativo en los jardines que llevan el nombre del político vasco, en la confluencia de las calles Príncipe de Vergara y Maldonado, y una misa a las 20.30 horas en memoria de todas las víctimas del terrorismo en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción.
La viuda de Gregorio Ordóñez, el edil donostiarra del PP asesinado por ETA en 1995, Ana Iribar, y la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, acudieron a los actos de homenaje a los que también asistieron el portavoz del grupo parlamentario del PP de la Asamblea de Madrid y presidente del PP del Distrito de Salamanca, Íñigo Henríquez de Luna; y el concejal presidente del Distrito de Salamanca, Fernando Martínez Vidal, así como amigos de Ordóñez del País Vasco y de Madrid.
En el primer aniversario de su muerte, en 1996, se plantó un roble en un parque de Madrid, que hace ocho años el pleno del Ayuntamiento de Madrid decidió denominar Jardines de Gregorio Ordóñez.
De periodista a político
Gregorio Ordóñez nació en Caracas (Venezuela), el 21 de julio de 1958, aunque desde 1962 residió en San Sebastián, donde se casó con Ana Iríbar y tuvo un hijo.
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, trabajó en diversos medios de comunicación hasta que, en 1982, se incorporó como secretario técnico del Partido Popular en Guipúzcoa. Ocupó, desde entonces, diversos cargos internos y fue concejal del Ayuntamiento de San Sebastián desde 1983 hasta su asesinato, que tuvo lugar cuatro días después de presentarse como candidato a alcalde y cuatro meses antes de los comicios. Fue también diputado al Parlamento vasco, en dos legislaturas.
En su partido le recuerdan como “un luchador y un hombre al que sólo pudieron doblegarlo como lo hicieron. Trabajador incansable, creó una escuela que ha dado frutos con la generación de políticos populares que hoy son nuestro orgullo en el País Vasco”.
ETA le asesinó el 23 de enero de 1995 y su viuda preside la Fundación Gregorio Ordóñez.