F. Mollá.- El Museo Thyssen alberga desde este martes 14 de febrero una exposición del artista ruso Marc Chagall: un recorrido de casi cien años por el mundo fabulado, colorista y único de uno de los artistas más destacados del siglo XX, de cuya obra se mostrarán 179 piezas llegadas desde los principales museos y colecciones públicas y privadas de todo el mundo.
Una vida a todo color
Marc Chagall desarrolló un estilo pictórico expresivo y colorista muy vinculado a sus experiencias vitales y a las tradiciones religiosas y populares de la comunidad judía rusa. En él combinó ciertos elementos de la vanguardia cubista, del fauvismo y del orfismo de Robert Delaunay para crear un estilo personal e inclasificable. Hijo mayor de nueve hermanos, se formó artísticamente en la ciudad de San Petersburgo junto a Léon Bakst. En el verano de 1910 se trasladó a París, donde quedó profundamente impresionado por las galerías y Salones de la capital francesa. En los años siguientes expuso en el Salon d’Automne y en el Salon des Indépendants. A través de Guillaume Apollinaire conoció al marchante berlinés Herwarth Walden, que seleccionó tres obras de Chagall para el primer Herbstsalon de 1913 en Berlín y en cuya galería, Der Sturm, presentó su primera exposición individual en 1914.
(‘Desnudo’. 1913)
Desde. Berlín viajó a Vitebsk, su ciudad natal, donde le sorprendió la guerra. En 1915 contrajo matrimonio con Bella Rosenfeld y, tras la Revolución rusa, ejerció durante dos años como director de la Escuela de Arte de Vitebsk. Debido a sus diferencias con Kazimir Malévich, tuvo que abandonar la academia y pasó a ser director del Teatro Estatal Judío de Moscú en 1919.
(‘La casa gris’. 1917)
En 1922 Chagall abandonó Rusia para siempre y, tras pasar una corta temporada en Berlín, en 1923 se instaló en Francia. Allí vivió el resto de su vida a excepción de un periodo, entre 1941 a 1948, que residió en Estados Unidos para evitar ser deportado y durante el que, en 1946, el Museum of Modern Art de Nueva York celebró una exposición retrospectiva de su obra que consolidó su reputación internacional.
(‘El gallo’. 1928)
En el transcurso de su larga trayectoria trabajó también en el campo de la ilustración y experimentó con todo tipo de soportes como la cerámica, el relieve y los mosaicos. Asimismo, diseñó la puesta en escena de diversas piezas de teatro y ópera y durante los últimos treinta años de su vida se dedicó intensamente al diseño de vidrieras; realizó, entre otras, las de la catedral de Metz y las de la sinagoga del Hebrew University Hadassah Medical Centre de Jerusalén.
(‘La virgen de la aldea’. 1938 – 1942)