L. Torres.- La exposición ‘El joven Van Dyck’, que se expone en el Museo del Prado desde el 20 de noviembre, un día después de su inauguración a manos de la Reina Sofía, estará abierta al público hasta el próximo 31 de marzo en vez de hasta el día 3 del mismo mes, como estaba previsto, según han informado este lunes 21 de enero los responsables de la pinacoteca, que prorrogan la muestra debido a su éxito.
La exposición ‘El joven Van Dyck’ es una de las mayores dedicadas al arte de Anton van Dyck (1599-1641) en el mundo y la primera que se celebrará en España.
Centrada exclusivamente en su obra de juventud, la muestra del Prado abarca el periodo comprendido entre 1613, aproximadamente, cuando el pintor flamenco contaba 14 años de edad, y su marcha de Amberes a Italia, en octubre de 1621. Durante estos ocho años de producción temprana,Van Dyck había pintado unos 160 cuadros, mucho de ellos obras de gran tamaño y ambición creativa, de los que el Prado posee el conjunto más importante.
La muestra, compuesta por noventa pinturas y dibujos, permite estudiar en profundidad la carrera del joven artista y poner de relieve que su talento precoz se manifiesta no sólo en la cantidad, sino también en la calidad de sus obras. Incluso de no haber pintado más que los cuadros de esta etapa temprana Van Dyck sería uno de los pintores más importantes del siglo XVII.
La exposición cuenta con notables ejemplos de cómo este talento precoz le permitió pintar obras maestras de gran originalidad, como El Prendimiento (Museo del Prado) y el San Jerónimo en el desierto (Gemäldegalerie de Dresde). En cuadros como La entrada de Cristo en Jerusalén (Indianapolis Museum of Art) o La Lamentación (Ashmolean Museum de Oxford) se mostrará su faceta de pintor experimental que busca nuevos recursos para aumentar el impacto de sus cuadros en los espectadores. Al margen de su trabajo propio, Van Dyck también trabajó para Rubens (1577-1640) y fue uno de los primeros pintores en enfrentarse a la abrumadora influencia de aquel, ejemplificada en obras como La coronación de espinas (Museo del Prado), en la que la aparición de figuras muy próximas a Rubens no impide apreciar nítidamente en otras la lucha del joven pintor por definir un estilo propio.
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