El Real Sitio del Buen Retiro, establecido en el año 1637, necesitó desde sus inicios de abundante agua tanto para el riego de sus jardines y arboledas como para el servicio de los estanques y rías. Este suministro se obtenía por medio de varias norias distribuidas por el recinto, levantadas en los primeros años de la construcción de los jardines o, incluso, reutilizando otras anteriores empleadas en las antiguas huertas. El Ayuntamiento de Madrid ha recuperado la noria más emblemática del parque y hoy el delegado de Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, la ha inaugurado con su puesta en marcha de manera ininterrumpida para que los visitantes puedan disfrutar del espectáculo que supone el rodaje de esta pieza única y original que forma parte de la historia de la ciudad.
Carabante ha comprobado el trabajo de restauración realizado sobre la recreación del conjunto hidráulico descubierto en el llamado Huerto del Francés durante las excavaciones arqueológicas desarrolladas en el periodo de 1996 a 2000. Se compone de un pozo de noria, una alberca, una pileta de decantación y un pozo de desagüe, así como de restos de otro pozo de noria y otra alberca y otros elementos accesorios.
En el proceso de recuperación del conjunto hidráulico, en el que se han invertido 184.000 euros, se ha llevado a cabo la restauración del ladrillo de tejar y de caliza de todo el entorno, de las estructuras metálicas y los cerramientos existentes. Se ha rehabilitado el vaso de la alberca, creando un nuevo vaso de hormigón armado y se ha procedido a su impermeabilización.
El Ayuntamiento ha realizado una reproducción exacta de la noria de madera, que se encontraba en un estado de deterioro muy avanzado, respetando las medidas originales. También se ha procedido a la limpieza y saneado de la estructura metálica que conforma la barandilla de protección del entorno, dándole como acabado una pintura resistente a la intemperie.
Debido al mal estado que, en general, presentaba la pileta de decantación de la noria, se ha procedido al desmontaje y retirada de los vidrios existentes sustituyéndolos por un nuevo acristalamiento de seguridad formado por dos vidrios ensamblados entre sí.
Los orígenes de la noria
De la documentación, estudio y datación de estos restos, se ha podido establecer una teoría del funcionamiento del conjunto en tres fases sucesivas. En la primera, reflejada en el plano de Texeira (1656), se aprecia, junto a la ermita de San Antonio de los portugueses, la alberca con las mismas dimensiones en planta que en la actualidad, pero de menor profundidad y una noria.
Hacia 1750, al haberse hundido el pozo de la primera noria, se construye uno nuevo de unos 18 metros de profundidad más al norte y se recrecen las paredes de la alberca hasta su tamaño actual, doblando su capacidad. La nueva noria y la alberca quedan conectadas entre sí por medio de una tubería enterrada de piezas cerámicas.
A la tercera fase, que sigue a la puesta en funcionamiento de la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro en el último tercio del siglo XVIII en la antigua ermita de San Antonio, corresponde la construcción de la pileta de decantación, el pozo y otra alberca menor, todos ellos relacionados con procesos industriales anexos a la fábrica.
Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro
Donde hoy se encuentra la estatua del Angel Caído, en la segunda mitad del siglo XVIII, Carlos III mandó construir la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, lugar en el que se elaboraban porcelanas que compitieron con las mejores de Europa. Alguna de sus piezas adorna hoy el Palacio Real y los Reales Sitios, La Casita del Príncipe y el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. La calidad de las piezas elaboradas era internacionalmente reconocida y las técnicas de elaboración empleadas se trataban como secreto de Estado.
La Real Fábrica del Buen Retiro, denominada popularmente como ‘La China’, fue fundada en el año 1760 por iniciativa de Carlos III a imagen de la que el propio rey estableciera durante su reinado en Nápoles en las proximidades del Palacio Real de Capodimonte. Desde Nápoles llegaron artesanos especializados, instrumental y la pasta necesaria para la producción de la porcelana.
En 1808, durante la Guerra de la Independencia española, las tropas napoleónicas entraron en Madrid. Una parte importante del ejército francés se acomodó en las instalaciones de la fábrica, que tuvo que interrumpir su actividad. En 1812, la alianza de ingleses, portugueses y españoles, comandada por Wellington, consigue derrotar al ejército francés. Durante la contienda, la zona del huerto se convierte en escenario de batalla y la fábrica sufre daños importantes.
Una vez conseguida la victoria y expulsados los franceses de Madrid, Wellington ordena destruir la fábrica por completo. El motivo alegado fue impedir que los franceses volvieran a agruparse en este punto, aunque los rumores indicaban que el objetivo era eliminar la competencia entre la porcelana española y las británicas.