El próximo viernes 18 de enero de 2019 a las 11.45 horas tendrá lugar una visita guiada gratuita al Museo del Reloj Grassy ubicado en Gran Vía 1.
Los visitantes podrán conocer de primera mano la fructífera e interesante relación que han mantenido el arte y la ingeniería con la manera de medir el tiempo se hace patente en el Museo del Reloj Antiguo, que Grassy abrió en 1953 en su sede de Gran Vía 1.
Parte de las piezas que componen este “museo vivo”, es decir, de relojes que funcionan o que pueden funcionar, provienen de la colección privada del coleccionista catalán Pérez de Olaguer-Feliu –una de las más importantes a nivel internacional–, formada mayoritariamente por piezas inglesas y francesas de los siglos XVIII y XIX.
Alexandre Grassy, apasionado amante del reloj antiguo, completó la colección con interesantes piezas que fue comprando poco o poco. La muestra es una excelente lección de historia sobre las tendencias y la evolución de la relojería hasta mediados del siglo XIX, cuando los relojes se empiezan a producir industrialmente.
Conserva excelentes ejemplos de relojes autómatas, relojes de carroza –similares a los de bolsillo pero más grandes y con fuertes corazas para protegerlos de los golpes de los viajes–, altos relojes de caja con péndulo –en un tiempo piezas imprescindibles del mobiliario–, relojes de sobremesa y de cartel, estos últimos diseñados para colgar en la pared.
Con el tiempo y el funcionalismo, llegaron los “relojes esqueleto”, desprovistos de adornos y que exhibían sin pudor su maquinaria desnuda. Se trata de una colección que deja patente la diferencia entre relojes franceses e ingleses. Los primeros se hacían en bronce dorado al mercurio y se le daba gran protagonismo al ornamento, a menudo inspirado en la mitología. Los segundos, sin embargo, se caracterizaban por su sobriedad, el uso de la madera y la incorporación de asas para ser transportados.
Las piezas estrella de esta colección son: un reloj planetario o Copérnico firmado por Rango, que incorpora el movimiento de los elementos del sistema solar; un reloj de James Cox, famoso por sus autómatas e ingeniosos mecanismos, pieza muy rara en una colección privada; varios relojes de sobremesa y autómatas de los siglos XVIII y XIX, con temáticas que van desde un paisaje bucólico o una pieza con la figura de un mono vestido con jubón policromado y gola que mueve los ojos, se mira al espejo cuando dan las horas y abre la boca mientras su acompañante le sacude con una vara.
O el gran reloj de sobremesa chino, en bronce dorado, esmalte y pedrería y de doble cara, que por un lado representa una escena campestre y, por el otro, una escena fluvial con autómatas.
Reservas en el 915 32 10 07.
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