S. R.- De un tiempo a esta parte no hay evento en Madrid que prescinda de un área gourmet. Los mercados de cita mensual más exitosos, como son el de Productores o el de Motores, comenzaron con una pequeña zona gastronómica para disfrutar del aperitivo y el apartado gastro ha comido el terreno al puramente comercial, siendo casi tan amplio el espacio dedicado a puestos de comida como el del área de venta de artículos. Incluso un mercado únicamente gastro de escenario cambiante como es MadrEat se ha convertido en cita ineludible en la capital.
Conscientes de ello, los mercados madrileños de toda la vida, los tradicionales, con ubicación física fija, que hasta ahora abrían sólo en jornadas laborales, se han reinventando explorando sus posibilidades de restauración, explotándolas y cubriendo las necesidades de los clientes, que ahora además de acudir allí a hacer la compra semanal -o empezar a hacerlo quienes antes no frecuentaban estos espacios-, acuden a tomar el vermú a mediodía o tomar una copa en sus terrazas calefactadas incluso en domingo.
Abrió el camino el Mercado San Miguel, mercado gourmet pionero, y le han seguido el de San Antón, el de Moncloa, el de San Ildefonso o Platea Madrid, entre otros, además de los mercados municipales de cada distrito, en los que el Ayuntamiento ha invertido cifras millonarias en favor de su modernización.
Incluso algunos centros comerciales del centro de la capital han reconvertido su planta de alimentación en mercado gourmet de venta y consumo in situ, acogiendo puestos de chefs de renombre internacional, como hiciera en su día Platea Madrid.
Ninguno quiere perder la oportunidad de cautivar al consumidor de hoy día, que busca que el momento de la compra y degustación de alimentos se convierta en una experiencia de única, rodeado de música, cine, artes escénicas, lecturas, talleres, show cookings en directo, catas en el escenario, aperitivos musicales, magia, afterworks, y hasta cabaret y micro-teatro.