J. C. García Dueñas*.- Asistimos con vergüenza a los debates que se producen en los plenos de la Junta Municipal del Distrito de Salamanca. Supongo que serán parecidos a los que se producen en otros foros políticos.
Resulta horrorosa la falta de elegancia, la falta de razonamiento riguroso o el abuso de poder y sobre todo, la falta de adhesión a los valores de verdad, de justicia o de simple mejora social.
Pongo algunos ejemplos:
a/ Si un grupo o partido político le dice al equipo de gobierno, que en alguna institución se ha producido un despilfarro de recursos públicos, la respuesta no se basa en un análisis del problema que pueda justificar o no dicha actuación, no se estudia si el gasto pudiera ser o no necesario, o bajo que presupuestos se ha realizado, en base a conseguir qué objetivos, etc. Por supuesto, si se descubriera que en verdad se ha malgastado el dinero público, nunca se le hará nada al delincuente, si no es por presión de los tribunales o mediática y con toda la suerte y el esfuerzo del mundo. La respuesta es contundente: Pues ustedes lo hicieron peor aquí y acá y acullá. Es decir, acusar más al contrario, para tapar lo propio.
b/ Si ocasionalmente hubiera coincidencia en una decisión, nunca es por las mismas causas. Siempre es por las razones propias de cada grupo, por las que se hacen las cosas y despreciando lo más posible, cualquiera de las razones argumentadas por el otro grupo para decir o hacer lo mismo. En estos casos, que podrían producir coincidencia (en el último pleno, para paliar la violencia de género), se descubre que después de estar de acuerdo en que hay que tener en cuenta el problema y hacer algo para solucionarlo, no se dota un programa o presupuesto para ello.
C/ Ocasionalmente, algún grupo de la oposición es capaz de esgrimir razones argumentadas sobre la necesidad de adoptar una iniciativa. En este caso, en que podría triunfar la razón, suele recurrirse al argumento estándar: si la gente nos ha votado, será por algo y eso nos justifica y nos da la razón de que no lo haremos tan mal. No como ustedes, que no les ha votado nadie.
Y el pobre ciudadano que asiste a los plenos se queda con la duda sobre el tipo de rufianes que le están gobernando y sobre todo, qué se podría hacer para cambiar este estado de cosas.
*Juan Carlos García Dueñas es miembro de la Asociación de vecinos Goya-Dalí.