J. E. Villarino*.- El domingo 24 se cumplieron tres años de la tragedia de Angrois, donde en la curva A Grandeira, un tren que nunca debió ser construido como lo fue, circulando sobre una vía sin los sistemas adecuados de protección para ser una infraestructura de alta velocidad y sin estar instalados en el tren el sistema que, de estar operativo, hubiese evitado el accidente, permítame señoría que le formule algunas reflexiones que conciernen a su trabajo, que no es otro que indagar la verdad de los hechos a fin de depurar las responsabilidades a que hubiere lugar, si las hubiere.
Yo que usted, señoría, empezaba de nuevo. Y debe empezar de nuevo porque la instrucción que usted ha hecho en el accidente del tren Alvia del que ya se cumplen tres años, no se compadece ni con la verdad de los hechos, ni con la justicia.
Señoría, la ERA, el máximo organismo de la UE en seguridad ferroviaria, le ha tirado la instrucción a la papelera, por mor de su informe sobre el accidente, que reza que la comisión oficial de investigación, la CIAF, no es independiente y viene a ser como la voz de su amo, del ministerio de Fomento. Y, en segundo lugar, dice que se quedaron en el tintero -que casualidad- aspectos “clave” del accidente sin investigar.
Vaya varapalo al gobierno, a la ministra y al corofeo de adláteres. Pero dése usted también por aludido señoría, que la cosa yo diría que va también con usted y con el fiscal.
Señoría, usted ha tenido parada la instrucción más de un año. Qué digo parada, no se puede parar lo que no avanza nada. Porque usted no ha instruido nada en todo ese tiempo. Ha elegido las peores pericias y ha desestimado otras mucho más solventes y científicas.
Su instrucción se basa en un informe infumable de una comisión infumable (CIAF) trufada de personajes que le deben obediencia -no sé si salario también- al ministro de Fomento de turno. Se olvida de cuestiones esenciales del accidente y la CIAF no entra en las “causas raíz” y se queda en la epidermis de la garrafal llamada telefónica al maquinista y su monumental y desgraciado despiste.
Mire, señoría, ya que la Audiencia de La Coruña le ha dicho que enmiende cosas de la instrucción, como por ejemplo que investigue aspectos sobre riesgos que usted no ha investigado y que admita y considere algunos recursos de las partes que no ha tenido a bien considerar, yo que usted, empezaría una instrucción como Dios manda. De lo instruido por el juez Aláez acá, nada vale para esclarecer la verdad y sobre esa verdad poder hacer justicia.
Al fiscal general del Estado le digo que conmine al fiscal de este caso a que actúe como tal fiscal que es. Es decir, quien tiene “encomendada la promoción de la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social”. Desgraciadamente, nada parecido a esto ha hecho el fiscal del proceso de Angrois.
El fiscal del caso Angrois y la abogacía del estado, esta última defensora que debe ser también de los intereses públicos, han actuado, no como defensores de las víctimas, sino como defensores de quienes pudieran haber cometido ilícitos con resultado de pérdida de muchas vidas humanas y lesiones graves para otras.
No es necesario que les recuerde, a juez y fiscal, el hecho de que actores muy importantes de esta causa aunque estén en el ámbito de la función pública (Fomento, Renfe, Adif, etc) no tienen la condición ni representan el “interés público”. Aquí, el único interés público es la justicia para con las víctimas y la depuración de las responsabilidades de quien o quienes hubieran incurrido en ellas, sea empleado público, o no.
Inste pues, señoría, a que se abra una nueva investigación técnica independiente que contemple todos los aspectos de origen a fin de los hechos y, en consonancia, rehaga usted la instrucción atendiendo lo que dicen las pericias solventes y lleve a efecto lo que la Audiencia, instancia superior, le ha ordenado.
Señoría, han pasado ya tres años de aquella aciaga tarde y las víctimas se merecen ya: verdad, justicia y menos sufrimiento. Hágaselo más fácil.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, experto en Transporte y columnista de Zonaretiro