C. R. Horche*.- En cualquier tipo de relación que establezcamos, ya sea a nivel familiar, personal, laboral, social, o con personas desconocidas, existen distintos factores que pueden influir en el modo en el que nos comunicamos e interaccionamos y que a su vez pueden repercutir en nuestro modo de vincularnos con otras personas. En ocasiones cuando estamos frente a alguien que consideramos superior (ya sea de forma objetiva o subjetiva), nuestro comportamiento varía y nos sentimos incapaces de mostrarnos tal y como somos.
¿Por qué ocurre esto? En primer lugar puede suceder que situemos a la otra persona en un lugar que no le corresponde, es decir, que sobrevaloremos sus cualidades o su poder, y por consiguiente infravaloremos las nuestras propias colocándonos en una posición de inferioridad.
También es posible que algún rasgo de su persona como puede ser el aspecto físico, personalidad o el modo de expresarse nos genere sensaciones negativas como miedo, vergüenza, o culpa, porque nos recuerde a experiencias anteriores que hayamos tenido con personas similares o por el hecho de que pertenezca a un colectivo en concreto que nos genere malestar como la autoridad, una profesión concreta, o un género determinado.
En todos estos casos, se establecen relaciones asimétricas que dificultan el intercambio de opiniones y experiencias desde un punto de vista sano. Podemos definir entonces las relaciones saludables, como aquéllas que se establecen partiendo de la igualdad, el respeto y el buen trato. No implican necesariamente la existencia de dos personas si no que podemos y debemos ser capaces de establecer relaciones sanas con nosotras/os mismas/os. Para ellos tenemos que empezar por tener una buena autoestima, valorarnos a nosotras/os mismos/as, ser conscientes de los defectos y cualidades que tenemos puesto que de esta manera seremos menos vulnerables ante los posibles ataques de los demás y nos situaremos en una posición de igualdad que nos permita generar relaciones simétricas. Tener una mayor seguridad repercute directamente en la confianza con la que podemos expresarnos sin miedo a represalias o a ser objeto de burla. También nos puede ayudar a generar estas relaciones no idealizar a los demás, utilizar pensamientos positivos, tomar las riendas de nuestra propia vida, aprender de los errores, no buscar la aprobación de los demás, o aceptar nuestros propio límites entre otros.
Además, es fundamental conocer y poner en práctica las amplias herramientas que nos ofrecen las habilidades sociales para poder defender nuestras opiniones, enfrentarnos a situaciones de desacuerdo y llegar a una solución de forma conjunta. Así por ejemplo, resulta muy útil utilizar un estilo de comunicación asertivo, donde se produzcan mensajes YO, se emplee el uso de la empatía y se potencien habilidades para decir NO, para negociar y resolver conflictos de forma pacífica. De este modo, adquirimos fortaleza para reducir o eliminar la distancia subjetiva que sentimos frente a la persona que nos intimida y nos permite relacionarnos de un modo más igualitario y saludable.
En AFART, realizamos talleres monográficos y grupos de terapia para poder potenciar éstas y otras habilidades y conseguir de este modo generar relaciones saludables con nosotras/as mismas/os y con los demás.
*Carmen Ruiz Horche es psicóloga clínica en Afart Apoyo psicológico y terapia a través del arte.
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