Lola M.- Con tres nuevas jornadas de huelga previstas para la semana de las elecciones, está claro que a partir del 20N la búsqueda de presión al gobierno de la Comunidad de Madrid empezará a decaer. Con unas elecciones ganadas antes de celebrarse, no le supone a Rajoy ningún desgaste el hecho de que Aguirre y Figar sigan sin querer convocar la mesa sectorial tras meses de movilizaciones. El ánimo entre el profesorado decae a la vista de la impasividad y desidia mostradas por la clase política y, cómo no, a la vista de una nómina reducida en 500€. A pesar de las carencias en desdobles, guardias o laboratorios, Los centros empiezan a coger la rutina y los sistemas informáticos empiezan a funcionar. Entonces, ¿por qué sigue de huelga la mitad del profesorado?
A pesar de que se sabe que no se dará marcha atrás con las famosas instrucciones, la huelga se mantiene por tres motivos fundamentales. Por un lado, entre el profesorado hay una necesidad de saber hasta dónde llegará la medida. Podrían haberse sentado en julio y haber negociado un número de horas lectivas durante uno o dos años y luego revisrlo. Podrían haber explicado qué pasará el curso próximo. Podrían haber dicho que no se iba a cubrir ninguna jubilación. Podrían contar qué va a pasar con todos los desplazados de sus centros y cómo se va a modificar el concurso de traslados. Podrían haber mostrado un espíritu dialogante aunque la medida fuera firme, pero en lugar de eso impusieron unas instrucciones que no gustan a casi nadie, ni siquiera dentro de la Consejería.
Por otro lado, la actitud que han tenido en los medios tanto Lucía Figar como Esperanza Aguirre cuando han hablado del tema no ha hecho otra cosa que cabrear más a los docentes. El subtexto de “se quejan por vagos” que se deduce de muchas de sus declaraciones contrasta con la propia Ley de Autoridad del Profesor, aprobada el curso pasado y en la que se gastaron 2 millones de euros para su publicidad. En dicha ley, artículo 4, aparece lo siguiente:
El profesor en el desempeño de su función docente gozará de apoyo por parte de la Administración educativa, que velará para que el profesorado reciba el trato, la consideración y el respeto que le corresponden conforme a la importancia social de la tarea que desempeña. A tal fin la Administración realizará campañas que aumenten su consideración y su prestigio social.
Irónico, ¿no?
Por último, el motivo que más peso tiene. Se está desmantelando año a año la educación pública en Madrid. Basta con ver lo que ocurre en muchas zonas de Madrid capital y las condiciones en las que están los centros públicos para saber que se están dejando como “centros educativos de beneficencia”. Quien quiera recibir una educación digna, que pague las “cuotas voluntarias obligatorias”. No se hacen centros púbicos, a pesar de que aumenta el número de alumnos y se apuesta claramente por los conciertos educativos. Pero no nos engañemos: la comunidad da a los centros concertados el dinero correspondiente a todas las nóminas de los profesores. Dichos centros gestionan ese dinero como les parece bien, muchos de ellos pagando a los profesores menos de lo que deberían. El control es mínimo y en silencio se sigue regalando suelo y pagando nóminas al Opus o Comunión y Liberación. Incluso se dice que Lucía Figar, cuyo sueldo también proviene de los impuestos de los madrileños, está bastante molesta con las instrucciones (que no salieron de ella, desde luego). Todas estas movilizaciones han sacado a la luz una política educativa que se estaba haciendo en la sombra y que ahora muchos ponen en entredicho. No se esperaba que se difundieran tanto sus palabras cuando se dirigía a miembros de Comunión y Liberación sin reparo diciendo “El problema del terreno es un problema grave en España. Era un gran problema y nosotros hemos ofrecido estos lugares gratuitamente a organizaciones religiosas, cooperativas y otras estructuras para que crearan centros sostenidos con fondos públicos pero con gestión privada“.
Y mientras tanto, los profesores siguen con sus movilizaciones y los institutos siguen con sus clases. Porque para los profesores, lo más importante son los alumnos. Esa es la diferencia de ésta con otras huelgas. Cuando los trabajadores del metro se pusieron en huelga, no conocían a cada una de las personas que estaban siendo fastidiadas por esa medida. Pero los profesores sí, conocen a los chicos y a sus padres, quieren que todo funcione lo mejor posible y dar sus clases. Por eso en muchos centros los profesores están recuperando a séptima hora o por las tardes las horas perdidas por las huelgas, sobre todo con 2º de Bachillerato. Se hace de forma casi clandestina, ya que si se enteran las altas esferas, pensarán que el negocio les ha salido redondo: se ahorran el sueldo del profesor y éste aún así da clase gratis. Un poco tontos los profesores, dirán algunos. Un poco tontos los alumnos, dirán otros. Que digan lo que quieran.
juan Carlos says:
No hay que pensar en la victoria apriorística del pp.
Hay que pensar en qué hacer para utilizar los pocos resquicios que nos quedan para empezar a hacer cosas, pensando en plantear batalas para ganarlas, incluso, desde la perspectiva privada: cooperativas, etc.