C. Horche*.- Muchas personas aprovechan enero para hacer balance de cómo ha sido su vida durante el último año, las cosas que les gustaría cambiar de sí mismas y de los acontecimientos que han ocurrido con resultado negativo, así como las cosas que les gustan a nivel personal y las que mantendrían a nivel conductual y relacional porque han sido satisfactorias.
Enero supone un examen de conciencia para marcarse nuevos propósitos por eso no es extraño que durante las primeras semanas del mes se produzca un incremento de matriculaciones en academias de idiomas, gimnasios, cursos, nos apuntamos a hacer voluntariado, intentamos llamar más a familiares y amigos, nos esforzamos por ser mejores personas…
Aunque el fin es en sí mismo positivo, el problema puede llegar si nos exigimos demasiado, ponemos metas muy elevadas o no mostramos persistencia, esfuerzo y tiempo en nuestros propósitos, puesto que podemos terminar con una sensación de frustración que termine afectando a nuestra autoestima.
La autoestima es un factor clave en el desarrollo de un buen ajuste emocional y cognitivo, una buena salud mental y unas relaciones sociales satisfactorias. Se define como “el conjunto de percepciones, imágenes, pensamientos, juicios y afectos que cada persona tiene sobre sí misma”.
Si tenemos una buena autoestima, nos sentiremos capaces, valiosos y con auto confianza. Las distintas impresiones, evaluaciones y experiencias que tenemos, se pueden agrupar en un sentimiento positivo hacia nosotras/os mismas/os (autoestima alta) o por el contrario en una desagradable sensación de no ser lo que esperábamos (autoestima baja).
La valoración que tenemos cada persona no es estática puesto que varía dependiendo del momento vital en el que nos encontremos. Se va formando y consolidando a partir de nuestras experiencias en el mundo físico y social. También influyen las relaciones que tengamos con los demás y la imagen que el resto de las personas nos proyectan en estas interacciones.
La autoestima consta por tanto de múltiples facetas como por ejemplo el ámbito laboral, el social, el personal (emocional) y el familiar. La suma de todos ellos nos da el autoconcepto global. Éste Influye directamente en la motivación para iniciar actividades que requiera algún tipo de desafío. Así, las personas que se sienten bien consigo mismas suelen sentirse a gusto en la vida, son capaces de afrontar y resolver con seguridad los retos y las responsabilidades que ésta les plantea mientras que por el contrario una baja autoestima es una fuente permanente de inseguridad e insatisfacción personal y es un factor importante de riesgo para el desarrollo de muchos problemas psicológicos como la depresión, la ansiedad, culpa, miedo etc.
Hay que tener en cuenta que nuestro estado de ánimo puede impedirnos tener una visión realista de quienes somos. Si hay una gran diferencia entre el autoconcepto real (cómo soy) y el ideal (cómo me gustaría ser) nos sentiremos mal con nosotras mismas y puede ser un factor de riesgo para nuestra autoestima.
En Afart empezamos el año ofreciéndote una amplia gama de talleres y terapias para poder trabajar y reforzar la autoestima potenciando un autoconcepto real ajustado a la verdad desde el arte y la palabra.
*Carmen Ruiz Horche es psicóloga en el centro Afart Arteterapia.