A. Pérez*.- Es un hecho que vivimos en una sociedad que genera incertidumbres permanentemente. En la actualidad crítica, la velocidad de los acontecimientos se conjura con la inestabilidad de la economía y sus derivas. Se percibe desasosiego en la calle y se entiende.
El futuro es tan esperable como incierto y en ese escenario, es comprensible que todos los miedos se multipliquen. Miedo en relación a nuestros hijos, nuestros padres, nuestros bienes, nuestra seguridad y la de nuestras personas más próximas.
No seré quien niegue la lógica de esas preocupaciones, pero (siempre hay un pero), el miedo no vence las dificultades, solo las aumenta.
Pienso esto porque conecto el ordenador y lo primero que me encuentro es publicidad de empresas de seguridad, que me advierten de cuantos malos malísimos están al acecho de mi hacienda y dispuestos a romper y, llevarse lo que no rompan, de mi casa. Tengo claro que existen rateros, ladrones, asaltadores, criminales y malhechores de todo tipo en cantidades que exceden lo deseable, y no de ahora, sino desde que tengo memoria. Al tiempo creo que nuestra ciudad es relativamente segura y que la probabilidad de que nos afecte un hecho de gravedad real, es mínima.
Seguramente los niveles de seguridad se pueden mejorar con actitudes sencillas, por ejemplo dando la posibilidad de opinar más a los propios vecinos en los barrios o fomentando una mayor convivencia y corresponsabilidad en la vida cotidiana. No olvido que las fuerzas de seguridad son el instrumento principal en esta cuestión. Y de ellas suele haber orientaciones que ayudan a salvaguardar lo nuestro. Se trata de mantener unos niveles de seguridad que sean proporcionales a la posibilidad cierta de riesgo o dicho de otra forma, no vayamos a poner puertas para que no entren, que no nos dejen salir.
Difícil es zafarse de una agresión si el agresor es un profesional del delito y dudo que estas ofertas publicitarias realmente tengan el remedio a ese tipo de especialización. Todo ayuda, es cierto, pero inducir miedo para ofertar seguridad, no me parece un método tranquilizador. Retomo la idea del principio. Los tiempos son complicados y la oportunidad de negocio se encuentra en cualquier aspecto de la vida. Una de las causas morales de la crísis es, que hay quien piensa, que el prójimo es solo clientela o primos de riesgo.
*Ángel Pérez Martínez es portavoz Grupo Municipal Izquierda Unida-Los Verdes
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Ilustración: Patri Tezanos
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