P. Horrillo.- “¿A dónde va?”. Con esta pregunta, los policías municipales que flanqueaban este sábado la entrada de la Calle Mayor (por el lado de la Calle Sacramento) paraban a todo aquel que intentaba atravesar el cerco policial que se había establecido desde primera hora de la mañana. El motivo era el acto de investidura de Alberto Ruiz-Gallardón como alcalde de Madrid y que iba a celebrarse en la Casa de Cisneros de la Plaza de la Villa. Entre sorprendida y contrariada, una mujer contestó: “Tengo que llegar a la tienda en la que trabajo.” Pero la respuesta no parecía suficiente para el agente: “¿Usted trabaja aquí?” La mujer no daba crédito al interrogatorio: “Sí, y llego tarde.” Y, aunque ya estaba pasando, el policía añadió: “Tendrá que decirme dónde y que yo la vea.” A otras personas las han escoltado policías hasta el establecimiento, y el mismo procedimiento se ha llevado a cabo con los vecinos que intentaban acceder a sus viviendas.
El dispositivo tenía un único objetivo: evitar a toda costa el acceso de los viandantes a los lugares cercanos de la Plaza de la Villa. Sin embargo, pese a que cuando se celebran este tipo de actos, se corta el tráfico en toda la calle, lo de la restricción a los peatones es una novedad de este año. Aprovechando otra sesión extraordinaria el pasado 9 de mayo, los Bomberos de la Comunidad de Madrid se presentaron en la Plaza de la Villa para protestar por los recortes y la precariedad que vienen sufriendo desde hace años. Al parecer, según explican algunos comerciantes de la zona, éste ha sido el verdadero motivo (y no la seguridad) para que en la celebración de los últimos actos se haya cerrado la Calle Mayor a cal y canto. “Gallardón no quiere que le afeen la celebración. El problema es que ni nos avisan, ni nos indemnizan por las pérdidas”, explicaba el dueño de uno de los bares de la zona, que no había servido ningún desayuno en toda la mañana y se lamentaba de los menús que tendría que tirar por no tener clientes. “Y, encima, nos ponen problemas para llegar a nuestro trabajo. A mí un policía me ha preguntado que por qué iba andando tan deprisa. ¿A ver si ahora no voy a poder andar como yo quiera?”, añadía una empleada del bar.
Todavía no eran las 10 de la mañana y ya había un puñado de ciudadanos “indignados” dentro del cerco policial que ni siquiera se consideraban parte de un movimiento. Y todo porque un acto institucional les había coartado sus derechos más básicos, como es el de circular libremente por la vía pública. La situación les ha indignado tanto que, a última hora de la mañana, ya estaban comentando la posibilidad de juntarse y redactar un escrito para reclamar alguna clase de indemnización, como han hecho los empresarios de la Puerta del Sol aludiendo pérdidas millonarias por la presencia de los acampados. “Si nos ponemos de acuerdo tendremos más fuerza para que nos oigan”, argumentó la dueña de otro local de artículos de regalo, que echaba el cierre sin haber hecho un solo euro de caja. Otros comerciantes decidieron cerrar directamente al ver que no podrían trabajar durante la mañana.
Las protestas tras las vallas
Mientras la situación dentro del cerco era de escaso movimiento, los accesos a la Calle Mayor iban llenándose de gente “armada” con cacerolas y sartenes, y todo tipo de pancartas de protesta en las que se podía leer “HAY-UNTAMIENTO” o “NO ES CRISIS, ES ESTAFA”. Las quejas escritas se apoyaban en consignas gritadas como “El pueblo unido, jamás será vencido”, “Lo llaman democracia y no lo es” o “Que no nos representan”. Los ciudadanos que se fueron concentrando en estos espacios flanqueados por decenas de policías nacionales y agentes municipales consiguieron, pese a la lejanía, hacerse oír en el centro de la Plaza de la Villa.
Según se acercaba el final del acto de investidura, la vía de salida del parking del consistorio en la Calle Sacramento se encontraba ocupada por un centenar de “indignados” que permanecían sentados y con las manos en alto. En ese momento, se dio la orden de despejar la zona para dejar paso a los coches que querían salir. Los antidisturbios fueron arrastrando y apartando a muchos de los manifestantes y se produjeron momentos de mucha tensión debido a que la resistencia pacífica de los manifestantes dificultaba la acción policial. En términos estrictos no se puede hablar de “carga policial”, ya que no disolvieron la manifestación, aunque la actuación no estuvo exenta de grandes dosis de violencia lo que provocó que varios ciudadanos resultaran heridos. Además, igual que ha pasado en otras concentraciones durante los últimos días, había muchos policías que no llevaban el número de identificación que, por ley, están obligados a mostrar en todo momento. Este hecho, que podría ser constitutivo de delito, ha sido denunciado en un comunicado por el colectivo Democracia real YA.
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Fotos: P. Horrillo (Zonaretiro.com)
Dulce C. says:
Vaya, vaya ¡cómo anda el patio!
¡Srs.ciudadanos qué no se enteran, qué aquí sólo hay libertad de circulación y amogollonamiento si es cuestión de consumir o enajenarse en una fiesta o evento futbolero o religioso!