L. Torres.- Los zoológicos, lugares en los que se conservan, cuidan y a veces se crían diversas especies animales con fines didácticos o de entretenimiento, fueron un día expositores de humanos. Y no hay que irse muy lejos para encontrar un ejemplo. El Parque del Buen Retiro fue escenario en mayo del año 1887 de un zoo humano en el que a los madrileños se les mostraba cómo eran los filipinos, pero no fue el único recinto de exhibición en España: en Barcelona se podían ver “negros salvajes”.
El inventor de este nuevo negocio, que data de 1874, es el mercader de animales Carl Hagenbeck, que quiso abrir fronteras empresariales incorporando en su listado animal a samoanos (Polinesia) en 1874. Dos años después incorporó a nubios (Egipto), que hoy día protagonizan visitas turísticas especiales para los viajeros de cruceros en el Nilo ayudando a la economía egipcia, por sus características diferenciales físicas (piel más morena y labios más finos que los del resto de egipcios y ojoz más azulados) y su lengua propia. Por unas decenas de euros uno puede ver cómo viven y aprender las reglas básicas de su idioma aunque poco tiene que ver con las exposiciones del siglo XIX.
En aquel tiempo, llegaron a Retiro 43 indígenas filipinos junto a “algunos igorrotes, un negrito, varios tagalos, los chamorros, los carolinos, los moros de Joló y un grupo de bisayas”, como recoge el investigador Christian Báez Allende en su libro Zoológicos Humanos: fotografías de fueguinos y mapuche (ver más). Fueron expuestos junto a la Casa de Fieras. La prensa de entonces, concretamente el diario El Imparcial, escribió al respecto: “En su constitución, en su aspecto, en su lenguaje, en sus maneras, en sus costumbres en su color y hasta en sus trajes, esos compatriotas nuestros difieren grandemente de los filipinos más civilizados y hasta ahora conocidos”, como recoge el blog ‘El bazar de Jim’.
Estas personas fueron tratadas en Madrid mejor que en el resto Europa. La documentación recogida por el investigador apunta que se les permitió entrar en el Palacio Real de Madrid y que fueron recibidos en audiencia por la infanta Isabel y la regente María Cristina, para después volver de vuelta a casa en barco ya que fue denegado su “préstamo” a una exposición parisina. Gracias a ello, ‘sólo’ murieron cuatro de 43 filipinos, un número inferior al que solía tener lugar en este tipo de giras.
Una exposición lo ha recordado en el cercano Museo de Antropología de Madrid durante el verano de 2017.
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Truco says:
Cuanto más sabemos de nuestra historia, más nos horroriza lo que antes considerábamos “normal”… increible!
Román says:
No fué hace tanto tiempo que estas cosas eran consideradas normales ni fué hace tanto tiempo que ocurrieron las guerras mundiales ni fué hace tanto tiempo que hubieron dictaduras en paises occidentales.
Ese es el problema, que no fué hace tanto tiempo y que la mentalidad humana en realidad no cambió demasiado en ese tiempo.
SILVIA says:
Hoy citan este artículo en el periódico ABC.es. En el tercer párrafo 🙂
http://www.abc.es/20110124/medios-redes/abci-humano-retiro-201101240854.html
Mona says:
Que pensarán a futuro del coliseo Romano que se hace hoy en día con los toros. Los Catalanes que apelaron tanto al dolor del animal, lograron abolirla pero se quedaron con la peor parte… prenderle fuego a los cuernos del toro.
Ahora nos horrizamos de cosas que en su minuto miramos como absolutamente normales y divertidas y seguimos haciendo lo mismo mirando hacia el lado.
Anónimo says:
He oído hablar del antiguo zoo del Retíro, pero nunca supe que en el Retíro hubiese un zoo humano. ¡¿Por que no nos enseñan sobre esto en los colegios?! ¡esto es una asquerosidad!
Pili says:
La gente atrapada en los zoos no fueron salvajes, los dueños de los zoos fueron los verdaderos salvajes. Salvajes sin ninguna vergüenza!
Antifascista says:
Es una vergüenza este artículo que trata de excusarse de estas atrocidades comparándolo con lo sucedido en otros países, justificándose diciendo “aquí no fue tanto como en (x país)” vergonzoso, la verdad.
Huele a rancio y a facha por estos lares.