J. E. Villarino*.- He madrugado para cambiar de artículo de la sección Paseo de Coches de hoy. En vez de hablar sobre si los datos de empleo de los que tanto alardea el gobierno, son tan buenos como dice y merecen los elogios que el ejecutivo y muchos medios se encargan de airear, voy a hablar de algo más triste y, para mí, más indignante.
Lo más triste
Existe un bebé británico, Charlie Gard, de apenas 10 meses, que padece una enfermedad genética que le tiene hospitalizado en el Great Ormond Street Hospital de Londres desde octubre del año pasado, por padecer una de esas enfermedades que la ciencia por no tener n.p.i (perdón) califica de “raras”.
Charlie, que así se llama el pequeño, sufre un síndrome de agotamiento mitocondrial, por lo que necesita estar conectado 24 horas al día a una serie de máquinas para poder seguir viviendo.
Los médicos del Hospital donde se trata al pequeño consideran sin embargo que ha llegado la hora de desconectar al niño de las máquinas que lo mantienen con vida, por estimar que su enfermedad es irreversible y que lo único que es posible es la aplicación de medios paliativos.
A su vez, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha desestimado el recurso impuesto por la familia de Charlie Gard para llevar al pequeño a Estados Unidos, al tiempo que la justicia británica ha prohibido que salga de territorio británico, a la espera de que se materialice lo que sarcásticamente se denomina por lo políticamente correcto, una “muerte digna”
La justicia británica, en la persona del juez Nicholas Francis ha autorizado que se desconecte de las máquinas que lo mantienen con vida, en contra de la voluntad de sus padres.
Lo que me indigna
Me indigna la determinación de quienes se erigen, sin corresponderles, en autoridades morales, para que sus opiniones, dudosas como todas, sean impuestas sobre otras, como por ejemplo la de los padres del pequeño.
Me indigna la existencia de un juez que pueda dictar sentencia sobre vida o muerte de un ser humano indefenso, en base a informes que pudieran ser harto discutibles y la opinión de los padres.
Me indigna la determinación de la justicia británica, que mediante una actitud intolerante y totalitaria, se erige en carcelero del pequeño, prohibiendo que viaje a terceros países para poder recibir tratamientos alternativos al actual, si es que recibe alguno.
Me indignan las palabras huecas y vacuas que dicen que en la UE se garantiza el movimiento de personas y bienes. ¿Dónde está la libertad de circulación de Charlie y sus padres para viajar a otros países? Que yo sepa el Reino Unido todavía pertenece a la UE. Y aunque no perteneciese.
Me indignan todos los totalitarismos y las imposiciones, vengan de donde vengan: de la derecha, la izquierda o de la progresía, que hace tiempo está como el perejil en todas las salsas.
Me indigno ante los estados, que nos imponen mediante leyes abusivas e injustas las directrices de las élites, grupos de presión y lobbies al mejor estilo nazi y orweliano, vulnerando y violentando nuestras conciencias y libertades.
Me indigno ante la falta de libertad, primer valor a proteger por las legislaciones, instituciones y los derechos humanos, frente a otros supuestos derechos privativos de colectivos específicos.
Me indigna de este caso, en definitiva, que la opinión de los padres de Charlie, únicos valedores en derecho natural y legal de la frágil persona de Charlie, se vea, en circunstancias de duda e incertidumbre científica, injustamente arrollada por el estado y gobierno británicos.
Resquicios a la esperanza
Ante esta situación y la desesperación de sus padres, cabría la posibilidad de llevar al bebé a los Estados Unidos para que recibiera un tratamiento aún en prueba. De igual forma el Vaticano ha mediado para poder recibir al pequeño y ser tratado en un hospital italiano, que también se ha prestado a ello.
Leo esta misma mañana, que el hospital de Barcelona de Vall de Hebrón se ha brindado a acoger al bebé para ser sometido a un tratamiento experimental. Este hospital es un centro de referencia mundial y, por supuesto europeo, en los tratamientos de este tipo de enfermedades y cuenta con una terapia que aún en fase no experimental, podría ser aplicada al niño.
El bebé iba a ser desconectado el viernes pasado pero el hospital donde está el bebé emitió un comunicado en el que pedía una nueva audiencia al Tribunal Supremo “ante nuevas evidencias relacionadas con tratamientos potenciales para su condición”. El hospital informó a los padres, quienes estuvieron de acuerdo con la decisión.
En efecto, “dos hospitales internacionales y sus investigadores nos han comunicado en las últimas 24 horas que tienen nuevas evidencias sobre los tratamientos experimentales propuestos”, informó el hospital en su comunicado. “Y creemos, junto con los padres de Charlie, que es preciso estudiar estas evidencias”, añadió.
El mismo viernes, el diario inglés Daily Mail señaló que un total de siete médicos de Reino Unido, España, Italia y Estados Unidos habían enviado una carta al hospital inglés en la que se informaba del tratamiento experimental que se está aplicando a 19 pacientes, 13 de ellos en España.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF). Autor del blog ‘Paseo de coches’ en Zonaretiro.com