J. E. Villarino*.- La puntilla ha sido este fin de semana, entre otras razones por el inicio de vacaciones de muchas personas, pero no sólo. Lo de Vueling era la crónica de un desastre anunciado y nadie tomó las medidas oportunas para evitarlo.
Por supuesto que la dirección de Vueling no, pero tampoco Fomento que casi siempre llega tarde y mal a estos acontecimientos, tampoco AENA, que pasa por ser el gestor aeroportuario de referencia en el mundo, pero no, en esta ocasión, en el Prat, evidentemente.
¿Quién es Vueling?
La compañía Vueling pertenece al grupo británico IAG, al que pertenecen también Iberia e Iberia Express. Esta compañía tiene una de sus bases más importantes en el aeropuerto del Prat en Barcelona y puede decirse que es la presencia del grupo IAG en la ciudad condal, así como lo es Iberia en el aeropuerto madrileño Adolfo Suárez en Madrid-Barajas.
Su rango comercial puede decirse que se corresponde a lo que hoy se conocen como vuelos low cost de corto y medio radio, si bien se diferencia en prestaciones con otras compañías extranjeras del mismo segmento, muy inferiores en calidad. Entre compañías regulares y low cost sería el encaje comercial de Vueling.
Los antecedentes del caos actual
La situación actual tiene su origen en muchos factores, entre los que destacamos los siguientes:
• Parece que existe unanimidad, y en eso coinciden todos los expertos, en que Vueling inició una expansión descontrolada sin los medios y el personal necesario.
• Ahora, en la temporada alta, Vueling no puede hacer frente a toda la demanda, a no ser que la compañía se hubiese estructurado adecuadamente con la suficiente antelación.
• Un caso parecido lo encontramos en la ya extinta compañía aérea AirMadrid, que se ha convertido un claro ejemplo de lo que vulgarmente se llama morir de éxito.
• Vueling se ha embarcado en una huída hacia delante que se ha materializado en poco tiempo en un aumento de más de 400 rutas.
• De forma paralela, se ha producido un déficit acumulado de tripulaciones lo que ha provocado retrasos y cancelaciones, en un efecto dominó imparable.
• Por otro lado, Iberia, como operador de handling, ha desencadenado una falta de medios hasta producirse un colapso total de las operaciones programadas, según advirtieron con mucha anticipación los propios trabajadores.
• Escalas de escasamente 35 minutos que hacen prácticamente imposible cumplir con la operativa programada, lo que hace que los trabajadores se encuentren con la imposibilidad de cumplir con los horarios previstos.
• La empresa no cubre con el personal suficiente el aumento de capacidad y rutas, echando mano de horas extraordinarias del personal existente.
En definitiva, se produce el caos:
• Se llega tarde a los embarques.
• Se llega tarde a poner calzos y escaleras.
• Faltan autobuses para los embarques y desembarques de los vuelos
• Faltan push-back en las salidas.
• Prisas, embarques rápidos que se cuadran como se puede.
• La entrega de equipajes se demora más de lo permisible.
• Etc, etc
• …
La huelga de los controladores franceses, no cuela
Según recoge Aviación Digital, “durante estas últimas semanas la compañía ha intentado tirar balones fuera con el socorrido argumento de la huelga de los controladores franceses que esta vez no ha colado; luego han buscado algún culpable y se han llevado por delante a la Directora de Programación, ahora vamos con los apaños y cogen a un exdirectivo de Iberia Express (como si ser exdirectivo de algo diera crédito para solucionar semejante caos), han subcontratado a una compañía aérea Lituana y por fin el Director comercial de Vueling, David García Blancas, ha pedido “disculpas” a sus clientes por la situación actual de la compañía”.
Como suele ocurrir, los actuales gestores se quitan el muerto de encima echando las culpas a sus antecesores. Un deporte nacional, que tampoco cuela.
Silencio absoluto de Fomento y la AESA durante cuatro días cruciales
Cuatro días ha necesitado el Ministerio de Fomento y la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) para decir algo en el asunto del caos provocado por la compañía aérea Vueling en el aeropuerto barcelonés de El Prat.
Ni Fomento ni AESA han hecho pública ninguna medida en los cuatro días precedentes a pesar de que los hechos han sido dados a conocer por los medios informativos y las redes sociales.
Más bien ha sido la Agencia de Consumo (ACC), dependiente de la Generalidad de Cataluña, quien pidió explicaciones, anunciando posibles sanciones, aunque a quien corresponden estas sanciones es a la AESA, urgiéndole a que actuara con celeridad.
La Agencia Estatal de Seguridad Aérea se llama a andanas y se lava las manos diciendo que la cosa no va con ellos ya que no se trata de un problema propiamente de seguridad.
Estos señores parecen olvidar que todos los problemas que acabamos de enumerar y otros muchos más, pueden ocasionar situaciones que deriven en graves problemas de seguridad.
“Una sobredimensión descontrolada de la compañía es una componente de un peligro que debe merecer por parte de la Dirección de Seguridad de la Aviación Civil y Protección al Usuario (DSACPU) de la AESA un análisis de riesgo, y algún tipo de intervención por parte de la División de Supervisión Económica de Compañías, que para eso está y tiene competencias sobre las Licencias de Explotación”.
Otro tanto puede decirse de AENA, el operador aeroportuario, que aunque empresa de capital mixto público-privado, detenta mayoría el Estado, tampoco se ha mostrado mínimamente diligente en hacer cumplir sus competencias de seguridad así como que se cumplan los compromisos adoptados por las empresas de handling.
Mientras, la ministra “eficacia” en funciones (en funciones como ministra y en funciones como eficaz) se limita a quejarse por las emisores de radio y televisión y en llamar a capítulo a los responsables a reuniones que ni sirven, ni arreglan nada.
Como siempre, los pasajeros tirados en el aeropuerto, ninguneados, sin información, durmiendo en el duro suelo, con hambre, cabreados, hastiados, con días de vacaciones perdidos. Son los paganos de esta dantesca situación.
¿Nadie va a cesar ni ser dimitido, ni van a rodar cabezas de la empresa, Fomento, AENA y AESA?
Así, hasta la próxima.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, experto en Transporte y columnista de Zonaretiro