V. Ganem.- La relación entre hermanos facilita la socialización y la empatía de los niños. Esta adaptación social se consigue a través de vivenciar la rivalidad y la convivencia, compartir situaciones y emociones. Así se fortalecen los vínculos afectivos.
Al niño no se le puede obligar a compartir sus juguetes y objetos (ya que no es una conducta espontanea, sino el resultado de un proceso individual e interno) por medio de castigos ni amenazas. No quiero decir con esto que debamos abandonar la idea de enseñar a nuestros hijos a compartir desde muy bebés, sino pedirles respuestas adecuadas a su edad. Con esto evitareis estresantes momentos familiares.
La edad más conflictiva para dejar sus juguetes es de uno a tres años, creen que si ellos dejan sus juguetes se perderán o desaparecerán para siempre.
“! Qué pasa si no me lo devuelven!”
Obligarlos a que dejen sus juguetes será contraproducente; cuando los dejemos de ver guardarán afanosamente todo para sí.
Es fundamental que tenga un juguete preferido que solo le pertenezca a él.
El niño necesita experimentar que compartir no significa perder las cosas para siempre. Esto no ocurre de la noche a la mañana.
*Valentina Ganem es psicóloga infantil y directora del proyecto Crecer Juntos Con Arte: síguela en su blog y en Facebook.