J. E. Villarino*.- La pasada semana, hemos conocido por los medios de comunicación que el juez Lago que instruye el accidente ferroviario de Angrois y que sustituyó al primer instructor juez Aláez, ha decretado el fin de la misma resultando como único imputado el maquinista del tren.
Algo me lo hacía prever. Algo me decía que la Justicia no iba por buen camino con este segundo juez instructor del accidente ferroviario de Angrois, del fatídico 24 de julio de 2013.
Mucho tiempo vácuo, sin noticia alguna, con abultados retrasos en los procedimientos, con silencios a las múltiples peticiones de las partes. Como si fuese un enjuiciamiento más, como si no hubiese habido 81 inocentes muertos y cientos de familias destrozadas de por vida.
Burocracia de la peor naturaleza, que me hizo presagiar la resolución judicial a que nos referimos. Tengo que ser duro, muy duro en mis apreciaciones y claro en lo que pienso y quiero transmitir.
El acatamiento de las decisiones judiciales no quiere decir que no se puedan discutir. Además, el acatamiento, en contra de lo que se suele decir, obliga solamente a las partes presentes en la instrucción y el juicio. No a mí, que no estoy personado en la causa.
Desgraciadamente, estoy en mi derecho en pensar que, rememorando el título de la primera novela de Miguel Delibes, la sombra del poder es alargada. No es explicable que entre dos jueces, instruyendo la misma causa, existan tantas divergencias. ¿Cómo es posible que un juez impute a los administradores de Adif por dos veces y otro juez no vea indicios criminales o negligencias graves más que en el maquinista? ¿Cómo es posible que su señoría no haya estimado indicio alguno de negligencias o delitos con los hechos probados y las determinaciones y conclusiones de las múltiples pericias llevadas a cabo?
Cualquiera, experto o profano en leyes, que lea las conclusiones de los peritos independientes difícilmente podrán dar crédito a la decisión de su señoría.
Hoy es un día nefasto para todas las familias de las víctimas y para muchas otras gentes que nos hemos pronunciado sobre todo un universo de factores, negligencias, incompetencias, intereses espúrios y demás desatinos que han conducido a que este accidente se produjese.
Señor juez: todo el mundo, profanos o expertos dicen que un accidente de estas características no tiene una sola causa ni, por tanto, un solo responsable. Señor juez, cuando menos, queremos pensar que se ha equivocado y que el tiempo judicial no se haya visto influido por el tiempo electoral en el que ya estamos.
Afortunadamente a esta causa le queda todavía mucho recorrido judicial por delante. Hasta ahora sólo se ha producido un mero traspiés. Lo que no impide que quienes detentan el poder corrompido y los vendidos a ellos, los bufones de la adulación, la mentira y una deleznable concepción de la política estén ya, botafumeiro en mano, adulando una pírrica injusticia. La buena gente no adula las injusticias.
Silencios cómplices
Son clamorosos algunos silencios de quienes deberían proteger los derechos de los trabajadores, que ésa es su finalidad. Nos referimos a los sindicatos y, en mayor medida, a los principales sindicatos ferroviarios.
Solamente el SEMAF, sindicato de maquinistas y ayudantes ferroviarios ha manifestado muy tímidamente por boca de su secretario general su desacuerdo con el cierre de la instrucción del accidente de Angrois con el maquinista como único imputado.
¿Dónde están, por ejemplo, los sindicatos gemelares llamados de clase, CCOO y UGT? ¿Qué le deben al poder para estar tan calladitos a lo largo de estos dos largos años desde que ocurrió el accidente? Ni un comunicado de prensa, ni una manifestación, ni nada de nada. Callados y ya se sabe, que quien calla otrorga o quien calla consiente, o quien calla, asiente. Y si han dicho algo ha sido de puertas adentro.
De los dos partidos políticos mayoritarios, PP y Psoe, mejor ni hablar. De pena. Es lamentable que los sindicatos hayan dejado solo al maquinista, salvo el sindicato gremial, cuya reacción tampoco ha sido ni es para echar cohetes.
El poder, los poiticastros y organismos dependientes del poder político que les acompañan como la Ciaf, Adif, Renfe y demás hacedores de méritos que salen en las televisiones a hablar por la voz de su amo, vendidos por un plato de lentejas, todos le han dejado solo. Titulaba este artículo diciendo que la sombra del poder es alargada. Y tan alargada. Lo cisca todo, lo corrompe todo y a algunos por dos miserables migajas. Da asco.
Al tiempo que se conocía esta injusta resolución, la prensa recogía la admisión del documental ‘Frankestein-04155’ del director Aitor Rei , financiado con la contribución de más de 1.500 mecenas a través de una página web de ‘crowdfunding’, promovido por la asociación de víctimas del accidente del tren Alvia, al festival de la 60 edición de la Semana Internacional de Cine de Autor de Valladolid, la ‘Seminci’, que se desarrollará del 24 al 31 de octubre. El trailer y toda la información sobre el documental está disponible en la página web y en ‘Facebook’, respectivamente.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, experto en Transporte y columnista de Zonaretiro
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