C. Menéndez*.- La terapia grupal implica que varias personas se encuentren en un clima de escucha, respeto y ausencia de crítica, dispuestas a compartir la experiencia, hablar y pensar su malestar en compañía.
Participar de una terapia grupal genera al principio miedos y ansiedades por la situación que se crea con personas desconocidas, sin embargo, después de los primeros encuentros se produce un incremento de la confianza. El grupo se termina convirtiendo en un lugar “seguro y contenedor”, donde mostrarse tal cual y expresar lo que nos acontece y genera malestar.
El grupo funciona como una caja de resonancia en la que la escucha de los otros participantes resuena, genera identificaciones y produce múltiples efectos y oportunidad de cambio.
El terapeuta no aconseja conductas o soluciones. El interés de este espacio es que cada participante encuentre por sí mismo lo que necesita, en compañía de los otros, en confianza y respeto mutuo.
Además tiene otra gran ventaja en el momento en el nos que estamos: el coste económico es más asequible que una terapia individual.
Y si nos paramos a pensar, desde que nacemos, nos hemos criado en grupos: en la familia, en la escuela, en el trabajo o como ciudadanos. Nos desarrollamos como seres humanos en ambientes grupales.
El grupo tiene vida propia. Lugar de vida, reflexión y aprendizaje.
*Carmen Menéndez es psicoterapeuta a través del arte en el Centro Afart.